Azealia Banks
Foto: Time Out
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Reseña: Broke With Expensive Taste

Ya escuchamos el debut de Azealia Banks. Aquí te contamos por qué la espera valió la pena

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Azealia Banks es una de las figuras del hip hop más incomprendida, odiada y amada de nuestra posmoderna generación. Su pasado familiar es muy oscuro y tuvo una fallida carrera como actriz de Broadway. Sus primeras señales de vida musical sucedieron en 2008 -época en la que los blogs eran relevantes y se preocupaban por presentarnos nuevas bandas y no nuevas marcas-. A través de MySpace lanzó su primer material llamado Gimme a Chance. Un año después firmó con XL Recordings, aunque este acuerdo sólo le duró unos meses.

Sin embargo, Banks tenía un as bajo la manga, uno llamado "212". En 2011 lanzó este sencillo y su vida cambió para siempre. A partir de entonces hemos sido testigos de sus múltiples pleitos en Twitter y de su particular irreverencia, misma que le valió una nominación como Villana del Año (2013) por NME y miles de trolls que diariamente la insultan. Lo curioso es que Azealia no es ninguna villana, sino una heroína.

Broke With Expensive Taste es, quizás, uno de los discos más aplazados de la historia. Desde que Azealia lo anunció en 2012, escuchamos un EP (1991) y un mixtape (Fantasea), junto con varias promesas de su lanzamiento. Apenas hace un par de semanas, por fin nos sorprendió con su lanzamiento oficial (después de romper toda relación con Interscope Records).

Desde los primeros beats de "Idle Delilah" nos damos cuenta de que estamos a punto de adentrarnos en una jungla de ritmos y rimas. La notable influencia house, las percusiones y los sonidos de monos nos calientan para el momento cumbre del disco: "Gimme a Chance", cuya base nos acerca al son cubano. Tanto que incluso aparece una oración a Yemayá (diosa del agua en la Santería): "Mira cómo baila la nena morena / mira cómo baila sin llanto ni pena".

Para "Desperado", Azealia tomó el track "Bandelero Desperado" de MJ Cole y, sin muchos cambios, le encimó sus atinadas rimas para darnos una versión up-beat moderna del clásico de UK garage.

La primera colaboración llega con la fluidez de Theophilus London en "JFK", tema que presenta un vibrante coro en voz de Banks. Este track nos recuerda un poco a la fascinante excentricidad queer de Aerea Negrot en su Arabxilla (2011).

De "212" no hay mucho que hablar, hubiese sido un error no incluirla. "Wallace" destaca por sus acordes arabescos y unas fuertes percusiones metálicas. "Heavy Metal and Reflective" es una bomba trap con un pegajoso beat que rebota al ritmo de las letras, en un crescendo que nunca explota (aunque no es necesario que lo haga).

"BBD" significa "bad bitches do it" (las chicas malas lo hacen), y es aquí donde Azealia muestra su capacidad como MC –bastante buena a juzgar por el trabalenguas que se avienta–. "Ice Princess" inicia con campanitas tipo cajita musical, como sacadas de Frozen, para transformarse en una sólida pieza de hip hop de la vieja escuela, con un giro inesperado traducido en un increíble coro tech-house.

Si "Yung Rapunxel" es una enardecida pieza techno llena de rabia y palabrotas, "Soda" es un alegre e hiperbailable track de house noventero. Este sonido continúa en "Chasing Time" y se complementa con burbujas y elementos ultrapop. Por otra parte, "Luxury" bien podría ser un lado B y nadie se quejaría.

El momento "WTF" del álbum llega con "Nude Beach A-Go-Go", cortesía de Banks y Ariel Pink. Este ejercicio surf/rockabilly -vía Grease- remata la versatilidad del disco. Para cerrarlo, tenemos más house en "Miss Amor" -que es como una continuación de "212"- y "Miss Camaraderie" que se desarrolla bajo la misma línea sonora, como si fuese una trilogía.

Azealia Banks es una heroína por varias razones. Demuestra que es una verdadera -y talentosa- rapera de barrio y no pura palabrería. Este álbum representa un gran logro y un rayo de esperanza para la música independiente.

Seguramente hará que muchos artistas tomen las riendas de sus creaciones. Banks llegó para darle frescura a una escena musical desgastada por fórmulas preestablecidas. Broke With Expensive Taste se perfila en las listas de lo mejor -o al menos lo más interesante- del año. Perro que ladra muerde.

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