El britpop fue la respuesta de la Union Jack a la invasión grunge gringa. Los ingleses no tienen fama de estirados por generación espontánea. Les sobra una determinante tradición musical con autorreferencias a la menor provocación. Eso fue el britpop, un movimiento arrogante con la médula ósea infectada de futbol, que se pasó los protocolos diplomáticos por el culo y le gritó al mundo (con dedicatoria a los desaliñados de Seattle): “¡Hey, recuerden de dónde vienen los Beatles, los Stones, Black Sabbath, Bowie, los Pistols, los Smiths y todas sus influencias!”.
Según John Harris en su libro Britpop!: Cool Britannia And The Spectacular Demise Of English Rock, la auténtica guerra por la corona del britpop se dio entre Suede, Elástica y Blur y más que una disputa musical, fue un bravucón lío de faldas ocasionado por las piernas de Justin Frischman, vocalista de Elástica. Justin fue de los brazos de Brett Anderson a los de Damon Albarn y de regreso a Brett, ocasionando una tormenta de indirectas en las entrevistas y alusiones en las letras, “Tender” es el mejor ejemplo.
Cuando escuchamos britpop lo primero que se nos viene a la mente es la rivalidad entre Oasis y los de Colchester. En su libro Bit Of A Blur, Alex James menciona que la competencia entre Blur y Oasis fue una provocación de la NME con fines meramente comerciales. Vulgar estrategia publicitaria. Para muchos que caímos en esta trampa, Blur venció. Quizás por cuatro poderosas razones: sus integrantes.
Blur. Palacio de los Deportes. Río Churubusco esq. Añil. Metro Velódromo. Jue 15 de octubre 8pm. $460-$1420.