[image]
[title]Cuando le di play por primera vez a WE ALWAYS HAD TOMORROW (2025), el disco que marca el regreso de Miami Horror, iba de camino a casa por eso de las seis de la tarde, cuando el sol se esconde entre los edificios de la ciudad. No estoy seguro si fue la luz dorada o los primeros sintetizadores de “GLOWIN’”, pero algo en ese momento hizo sentido.
Recomendado: 5 datos sobre la trayectoria de The Libertines
Diez años después de su último álbum, el grupo —finalmente— está de vuelta con un material que nos recuerda la cúspide del indie electrónico pero que, además, se aventura a reinventarlo un poco.
El proyecto comandado por Benjamin Plant siempre se ha caracterizado por esa facilidad —casi mágica— de mezclar synths brillantes y líneas de bajo que nos hacen mover la cabeza. Aunque en este material hay algo más: un tono melancólico que conecta con nuestro lado más emocional.
WE ALWAYS HAD TOMORROW (2025) es un recordatorio de que tenemos el futuro por delante, pero que el presente está aquí, entre nosotros, y eso se merece su propio soundtrack.
¿A qué suena WE ALWAYS HAD TOMORROW (2025)?
El disco es una colección de synth pop, soul y atmósferas electrónicas. Por ejemplo, “REMEMBER” —con Tim Ayre— tiene aires ochenteros. Luego está “TOGETHER”, un destilado de la esencia de Miami Horror con varias capas de sonido y una constante sensación de estar flotando.
Entre las colaboraciones, destacan nombres como el trío australiano Telenova y el músico estadounidense André Allen Anjos, mejor conocido como RAC, que ha hecho más de 200 remixes de rock, electrónica y dance.
Por alguna razón, WE ALWAYS HAD TOMORROW (2025) se siente renovado pero, al mismo tiempo, reafirma todo lo que ha hecho bien Miami Horror desde 2007, cuando Benjamin comenzó con varios bootlegs. También recuerda el color del EP debut de la banda, Bravado (2008).
Tip: el momento perfecto para escuchar WE ALWAYS HAD TOMORROW (2025) es cuando la noche está por caer y necesitas un soundtrack que haga que el tiempo se sienta un poco más elástico. Porque, al final, siempre tuvimos —y tendremos— el mañana.
