Cuando el dinero acaba, el shoegaze sale por la ventana. Platicamos en exclusiva con Nick Chaplin, bajista de Slowdive, el headliner del Festival Nrmal 2016 en la Ciudad de México. Le preguntamos sobre la reunión de la banda, su presentación en el Primavera Sound de 2014 y la importancia de su sonido en la música actual.
Just for a day, el álbum debut de Slowdive salió en 1991, pero en 1993 lanzaron lo que sería su obra emblemática, Souvlaki, bajo el sello shoegaze por excelencia: Creation records. Con su portada minimalista y apesadumbrada, Souvlaki no pasó desapercibido pero sí tuvo que abrirse paso en un año en que la gente sólo quería saber de camisas de franelas, baterías ralentizadas o en su caso; un pop influenciado por las píldoras de éxtasis que impulsaban a bailar por horas en lo que sería los primeros atisbos de la cultura rave. No había mucho tiempo para los cuentos de hadas corrosivos y sin finales felices.
“Neil, el vocalista, se interesaba en la música electrónica. Christian y yo no estábamos en el mismo lugar que él en cuestiones musicales, queríamos hacer otras cosas. Creo que llegó el punto en donde ya no lo disfrutábamos. Y no queríamos hartarnos y dejar de ser amigos. Así que mejor optamos por un break. Al final Rachel hizo Mojave 3 y Christian y yo empezamos a trabajar como oficinistas”, cuenta el bajista de Slowdive, Nick Chaplin, en entrevista exclusiva para Time Out México.
¿Recuerdas cuándo fue el último concierto de Slowdive?
Me acuerdo muy bien, fue en Toronto, Canadá, en 1994. El lugar se llamaba Lee’s Palace, y fue en mayo, hace casi 20 años, después de tocar en el Primavera Sound. Creo que esas dos fechas tienen un día de diferencia. Nunca pensamos que sería nuestro último concierto y en ese momento teníamos en la batería a Ian McCutcheon porque Sell se había salido del grupo un poco antes. La gira fue por Estados Unidos y Canadá, y pagamos la gira nosotros mismos porque la disquera había dicho "bueno, ayúdenos a financiarla o a conseguir dinero". Así que sólo usamos una camioneta y dormimos incómodos en el piso. Fue muy divertido, una buena y exitosa gira. Recuerdo que en ese último concierto, al final, Christian se aventó al público como si fuera el rey del escenario. No sabíamos que iba a ser nuestro último concierto, las cosas empezaron a enfriarse cuando regresamos a casa y no teníamos a la disquera del álbum Pygmalion para lanzar los discos, y después las cosas se empezaron a complicarse más.
Para cuando el grunge se convirtió en una fórmula más desgastada que cualquier boy band, y el chill out no parecía ser suficiente para bajar la taquicardia después de 12 horas de baile continuo, el álbum Souvlaki parecía el disco perfecto, pero era demasiado tarde. A pesar de que en 1995 Slowdive editó Pygmalion, un disco quizás más introspectivo pero de ambiciones tan grandes como el anterior, la incomprensión de las audiencias ni siquiera les permitió darlo a conocer. A las pocas semanas de su lanzamiento, Slowdive, el quinteto de Oxford, se desintegró.
"Creo que pasaron esas cosas por las que cualquier grupo que se separa, todos queríamos hacer cosas distintas y sobrevivir económicamente, pero a la disquera no le interesaba mantenernos en ese entonces, nos quedamos sin dinero”, recuerda Nick.
Menos ensordecedores y más lustrados, Slowdive fue una banda que desmitificó el shogaze gracias a sus afortunados guiños al new wave, al gótico tecnificado (no por nada buena parte de sus fanáticos pertenecían a las tribus de maquillaje blanco y encaje) y al simple y sencillo pop; los bucólicos diálogos entre Rachel Goswell y Neil Halstead tenían la misma claridad que los feedbacks (por mucho tiempo las letras de My Bloody Valentine fueron un misterio ya que con el sonido sautado no se entendían las voces) y por lo mismo, en el peso lírico radicó buena parte de su fascinación.
En 2014 y presionados por la entusiasmo de los fans, más nuevos seguidores, Slowdive aceptó ser parte del cartel del Primavera Sound del mismo año y desde entonces no han parado de presentarse, incluso anunciaron su regreso al estudio para grabar un nuevo álbum inédito, según Nick:
“En 2013 le empezaron a preguntar a Neil Halstead si nos reuniríamos de nuevo, que a la gente le gusta este tipo de música, que también Mojave 3 les gustaba, pero básicamente le seguían preguntando por nosotros. Creo que se hartó que lo cuestionaran sobre lo mismo y no sobre la música que él hacía en ese momento. También influyó una propuesta que él, a finales de 2013, estando en un festival de Barcelona y un promotor le pregunto si consideraría un reencuentro de Slowdive como parte del Primavera Sound. Se nos hizo una buena oferta. Es un gran festival, reconocido mundialmente y creo que era un buen momento. Entonces, se puso en en contacto con Rachel, Christian y conmigo, nos vimos en Londres para ver cómo sería y qué nos parecía. Ninguno de nosotros sabía si sería un éxito, no sabíamos cuánta gente estaría interesada, dijimos: ‘Bueno, hay que darle una oportunidad’. Ahora tenemos familia e hijos que están en una edad en la cual son suficientemente grandes como para manejar su tiempo lejos de casa. Es un buen momento. Y descubrimos que somos amigos, que nos llevamos bien, y en cuanto Primavera Sound anunció que estaríamos involucrados la gente se volvió loca, no podíamos entender por qué todavía la gente se interesaba en nosotros, porque cuando nos separamos en 1994-1995 a nadie le importaba Slowdive. No le podías ni pagar a la gente para ir a vernos. Y a finales de 2013, la gente se volvió loca, entonces hemos estando disfrutando ese éxito desde ese momento”.
Si My Bloody Valentine fueron los responsables de dar formar al sonido shoegaze con su estridencia ensoñadora, saturada de capas de sonidos y por ende de un purismo sónico, nunca antes planteado, Slowdive se encargó de dar el siguiente paso: convertirlo en un género que no se conformaba con las maquetas del dreampop y que (sin proponérselo) sería la inspiración para un puñado de bandas.
Cuenta Nick que: “A principios de los noventa odiábamos esa palabra "shoegaze", en lo personal se me hacía hasta un insulto porque se escuchaba muy aburrido, y no queríamos ser catalogados como nada. Tampoco queríamos que nos clasificaran como una copia de algo, entonces no nos gustaba. Pero conforme pasaron los años fuimos descubriendo que en otras partes del mundo el shoegaze no era un insulto sino un tipo de música con la que la gente se identifica y disfruta. Ahora no tenemos problema con ello, si la gente quiere llamarnos pioneros del shoegaze está bien. Creo que en Norteamérica hemos visto que shoegaze es casi una medalla de honor, algo por lo que la gente se enorgullece, entonces lo que sea que la gente quiera llamarnos está bien”.
Y Nick tiene razón, se puede decir que vivimos la era dorada del justo homenaje al shoegaze, en el que Slowdive es una de las influencias más citadas. Si no es que la primera, porque si bien My Bloody Valentine sentó las bases de la capas de sonido yuxtapuestas a los susurros, también es cierto que sus estándares de estudio los volvían enigmáticos e inalcanzables, en los noventa en los que la tecnología aún no evolucionaba a los niveles de hoy. El primer shoegaze se trataba de un ejercicio de distorsión orgánica, a diferencia de lo que sucede hoy día:
“La verdad es que no hemos cambiado mucho de el set que tocábamos hace 22 años. Decidimos que lo que queríamos hacer era algo así como dos funciones. Queríamos tocar canciones que la gente quisiera escuchar, obviamente las más populares. No queríamos regresar después de tanto tiempo y que la gente se decepcionara, o tocar algo muy raro y no canciones como “Catch the breeze” o “When the sun hits”, queríamos asegurarnos de tocar algunos temas del álbum Pygmalion, porque nunca tocamos esas canciones en vivo. Este disco salió después de que dejamos de tocar, entonces queríamos reconocer que teníamos un tercer álbum que nadie había escuchado tocar en vivo. Esa combinación daba como resultado un concierto de una hora, habíamos ofrecido conciertos pequeños de 14 minutos y otros más largos de una hora y 15 minutos. Es por eso que incluíamos los 3 discos, los singles, como “Morningrise”, “Avalyn” y “She Calls”. Queríamos tocar una variación de nuestro portafolio y nos aseguramos de incluir a Pygmalion. El disco está disponible para quien quiera escucharlo y creo que se ha vuelto más popular conforme pasa el tiempo”, considera Nick.
¿Que diferencia encuentras entre el público de antes y el de hoy?
Es una mezcla. Lo que vemos es que la gente que nos iba a ver hace 20 años nos sigue viendo hoy, recibimos fotos de personas en Facebook que de algún modo son las mismas que nos fueron a ver en 1992, así que mucho del público es gente que nos recuerda de antes. También hay gente muy joven para haber estado presente en nuestros conciertos anteriores, tenemos personas de 20 años que ha descubierto nuestra música en internet. Es tan diferente esta vez, porque la música es tan accesible hoy en día. También nos conocen por otros grupos que han mencionado a Slowdive o My Bloody Valentine como influencias y dicen: ‘Voy a investigar a este grupo’. Es una mezcla, diría que la mayoría es de nuestra edad, pero hay un buen porcentaje que es más joven y nos parece muy alentador porque demuestra que no somos sólo un grupo que toca música para personas más grandes, sino también representamos un atractivo para los jóvenes.