Desde matices latinoamericanos y relatos personales, la música de Gepe se ha reafirmado hasta llegar a Estilo libre, su quinto disco en el que letra y música se compenetran logrando un especial equilibro.
El músico chileno regresa a la Ciudad de México para presentar un concierto en conjunto con el público mexicano. En esta plática, Gepe nos comparte los pormenores y nos adelanta, además, sus nuevas búsquedas sonoras.
Después de un año regresas a México con Estilo libre ¿Qué me puedes contar sobre tu próxima presentación en El Plaza?
Haremos un concierto que tiene como título A la carta, con la particularidad de que previamente en la página abrimos una votación con todo el catálogo de mi música —incluyendo los EP’s— en la que la gente pudo votar por cinco canciones que quisiera escuchar este 15 de octubre.
En relación a tus materiales anteriores ¿En dónde colocas a Estilo libre?, ¿se trata de una evolución como músico?
Me da la sensación de que los cinco discos que he sacado son distintos uno de otro, no los pongo en una línea de tiempo, me es complicado ver uno como la evolución del otro; creo que cada disco es un momento distinto en la tonalidad, son momentos sin tiempo. A Estilo libre lo siento como un disco paralelo al Audiovisión, en el sentido de que ambos son álbumes en los que se trató de llegar a las canciones lo más a fondo posible. En Estilo libre hay canciones en las que llegamos hasta las últimas consecuencias con el arreglo musical, es decir, si una canción es un bolero-bachata, un pop o un rap, se hace completamente así y no a medias tintas —lo que también ocurrió en Audiovisión—. Para mí, este es el disco más acabado que he hecho hasta ahora.
Que tus canciones relaten vivencias personales me parece que genera un entendimiento auténtico con el público ¿De dónde sientes que parte esta conexión?
Creo que el común denominador de mi música —sobre todo en los últimos dos discos— tiene que ver con que todas las canciones parten, pasan y llegan por un lugar que conozco, por vivencias personales claro, pero también, por lo que vi cuando crecí, lo que vi en mis amigos cercanos y lo que fuimos pasando. Mis letras siempre abordan este tipo de premisas, nunca hablo desde un lugar que no conozco.
Y eso, por lo menos en términos de letras, llega y tiene cercanía. Me da la impresión que musicalmente también pasa algo parecido, esas sonoridades del folclor latino nos son familiares a los latinoamericanos y a mí. Y así, el grado de confianza y honestidad en mis letras y música se transmite a la gente, eso ha marcado mi trabajo hasta ahora.
¿Y cómo sientes ese vínculo con el público mexicano?
Noto cierto parecido entre Chile y México porque, aunque estemos lejos geográficamente hablando, me parece que existe un paralelo entre sus idiosincrasias. De manera general, creo que los latinoamericanos vivimos realidades similares, tanto para bien como para mal, por lo que hay mucho tema en común. Específicamente, entre Chile y México hay una conexión más allá, cierta espiritualidad compartida y como dices, mis temas parten de vivencias personales que permiten que en mi música exista empatía, no tiene desafío, sino que de cierta manera es amable.
En tus letras hay referencias hacia lo esencial, lo nativo, ese rescatar la magia que nos reconecta al origen…
Claro, hay algo así. Sobre todo, en este último disco hay canciones que parten y terminan hablando un poco del origen maya y el folclor, pero que también hablan de mi origen, de mi familia, del barrio en el que crecí y viví. Gran parte de mis letras tienen que ver con el tiempo transcurrido desde que me inicié en la música.
Foto: Claudia Valenzuela. Cortesía Quemasucabeza
Por otro lado, tus canciones también exponen una Latinoamérica animada y festiva ¿Cómo percibes a América Latina en este momento?
En mi perspectiva, los países latinoamericanos están viviendo —no sé si en procesos similares— una sincronía entre ellos, hay similitud en temas presentes incluso a nivel mundial; como la desigualdad de género. En Chile, por ejemplo, tenemos la necesidad de abordar el tema de la legalización del aborto.
Sobre todo, diría que el común denominador de los países más importantes en Latinoamérica es la Iglesia, en sentido de que siempre hay que estar en un diálogo muy marcado con ella, relación que, a mí juicio, debe terminar para lograr un cambio hacia algo más positivo.
También hay una situación bastante caótica por muchos lados, especialmente de discriminación hacia el otro y hacia el todo distinto, llámese indígena o inmigrante. Esa problemática la siento muy fuerte en términos de género y de ascendencia indígena, lo que marca de manera muy fuerte las pautas de gobierno y realidades sociales.
Regreso a México. Me gusta pensar que en cada una de tus visitas te vas con una experiencia diferente ¿Cuáles es tu expectativa en esta ocasión?
Probablemente este concierto sea uno de los más especiales que he hecho, porque por primera vez hay una participación directa del público mexicano. Como te contaba, las personas votaron por las canciones que quieren escuchar, lo que fue muy bonito porque me topé no sólo con las canciones nuevas, sino con otras más antiguas e íntimas, incluso experimentales como “Victoria Roma”, “Celosía”, “Doce minerales” y “La bajada”.
Quizá la mayoría del público mexicano me conoció con los últimos dos discos y a partir de ellos, por curiosidad, se apropiaron de canciones anteriores y eso me agrada. Entonces, lo que caracteriza esta próxima presentación es que el 50% lo hizo el público en feedback; en general en mi carrera, en mis canciones y en vivo me gusta mucho que exista esto de la cosa común.
¿Hacia dónde se dirige tu música a partir de Estilo libre?
Creo que Estilo Libre cierra un proceso que abarcó dos discos, y que tuvo que ver con descubrir el pop y la manera más sintética, concreta y resumida de los elementos que siempre he querido usar, es decir, creo que los tres primeros discos me sirvieron para entender y crear una identidad, y los últimos dos para ejercitar esa identidad y convertirla en canción más concreta y directa.
En estos dos últimos discos están todos los elementos que describen mi música, mi historia, mi estética; y a partir de esos antecedentes ahora lo que toca es inventar o generar un nuevo lenguaje.
¿Cuáles serían esos elementos para experimentar un nuevo lenguaje?
Creo que en términos de sonoridades me gustaría mucho ir hacia un sonido de banda, que integre más piezas. No me interesa seguir más el formato rock o pop de guitarra y batería, sino que debería de haber un grupo de bronce, uno de cuerdas, otro de percusiones. Yo diría que el sonido debe de crecer en función de la banda, como si fuese una orquesta.
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