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[title]En 1969 caminé hasta Beckenham con Bob Harris (locutor de radio de la BBC). Apenas había fundado Time Out y Bob se embarcaba en su carrera como dj. Él había reservado un salón para tocar y David Bowie, con su pelo perfecto y muy largo —casi hasta la cintura— y un vestido que llegaba hasta el piso, era el espectáculo en vivo. Sólo él y su guitarra. La audiencia era pequeña, pero muy atenta.
Después Bowie estaba muy tranquilo y era difícil meterlo en la conversación. Me recuerdo pensando: "Oh, sólo otro cantante hippie de folk”, así que su siguiente aparición, maquillado y con una guitarra fue una agradable sorpresa.
Durante los años siguientes lo vi en The Rainbow como Ziggy Stardust y en Wembley como El delgado duque Blanco. No compré todos sus discos cuando salían y me he estado poniendo al corriente desde entonces. Tan sólo la semana pasada escuché The Best of Bowie 1980-87 y pensaba cuan extraordinaria, fuerte y actual es su música. Me pateo a mí mismo por descubrir canciones como “Scary Monsters” en la última década.
Pero “Heroes” fue algo grande. Cuando nos mudamos a las oficinas de Time Out de Gray’s Inn a Tower House en Covent Garden, en el verano de 1977, se convirtió en el himno de la casa, la tocábamos a través del sistema de audio todo el día al volumen máximo y en la noche nos reuníamos en la sala de diseño de la oficina.
Uno de los grandes placeres de mi vida ha sido que soy tan sólo un día más viejo que David Bowie. Él nació el 8 de enero de 1947. Yo el 7 de enero de 1947. Así que su muerte exactamente a mi edad es particularmente resonante.
Lo vi en relación conmigo: un capricornio, perfeccionista, emprendedor, un poco solitario, alguien a quien le gusta explorar algo nuevo siempre, un tomador de riesgos. No era solamente un gran cantante y compositor, sino uno dentro del núcleo de personas creativas que han influenciado en todo lo que está a nuestro alrededor.
No tengo duda de que su legado perdurará por siempre y nunca estará lejos.
