Como diría Paty Chapoy: el mundo del pop es muy interesante pero muy extraño. Hace unos años Justin Bieber y One Direction enloquecieron al mundo con su pop meloso, pero las cosas cambiaron radicalmente. Ahora Bieber se codea con Diplo y Skrillex, y Katy Perry utilizó elementos de reggae y hip hop en Witness, su más reciente placa. Por otro lado, las boy bands que conocíamos comenzaron a decaer.
A pesar de su éxito, como todas las bandas de este estilo, perdieron relevancia rápidamente y los integrantes se vieron obligados a innovar por cuenta propia. Ejemplo de esto es “Slow Hands” del proyecto solista de Niall Horan, una canción con fuertes tintes de funk gracias a un bajo estruendoso y guitarras, que bien podría formar parte de un disco de country. El sencillo tuvo mucho éxito, pero tanto este, como los proyectos de los otros integrantes, cargaban con la etiqueta de 1D, lo cuál no sentaba muy bien.
Entonces llegó Harry con el sencillo “Sign of the Times”, y realmente no sabíamos que esperar. La canción es buena, pero no nos dejó claro la dirección que iba a tomar. Hasta que en mayo salió el disco homónimo de Harry Styles con 10 canciones. Con este álbum nos dimos cuenta de que no quiere ser el nuevo Justin Timberlake, quiere ser el nuevo Alex Turner (líder de Arctic Monkeys) y este es el comienzo de su trayectoria para volverse una estrella de rock llena estadios.
Este material es muy criticado por ser “rock para papás”, al estilo de los Rolling Stones o Bruce Springsteen ,y a pesar de que las composiciones muestran una fuerte influencia de estas bandas, Harry Styles va mucho más allá. “Sweet Creature” es una canción romántica que alude al folk de Iron & Wine y Fleet Foxes. “Only Angel” parece ser un tributo casi directo a Aerosmith. Los riffs de guitarra son estruendosos, y mantienen progresiones típicas del rock clásico, aunque creo que el cowbell que acompaña el coro es demasiado. Definitivamente el álbum puede resultar interesante para los fans que creen que el rock murió hace muchos años.
La voz de Harry es lo que más destaca de esta placa. Las canciones son sencillas, y mantienen elementos del típicos del pop, como el uso de coros pegajosos y fáciles de memorizar, todo esto con el objetivo de que brille el artista. La producción es impecable, especialmente en “Sign of the Times”. Cada canción del álbum te mantiene atento, y escucharlo en vivo debe ser muy divertido. A pesar de todo esto, Harry Styles es bastante superficial. Las letras dejan mucho que desear, y son la parte más débil del LP. Los temas son bastante cliché, después de un rato de hablar de amor te cansas. A pesar de esto, es un artista joven, y de continuar en esta dirección seguramente le irá mejor con cada placa. Aunque estamos consientes que sería una locura pedirle letras inteligentes, al estilo Bob Dylan, para su primer material.
En general el álbum nos muestra a un artista harto de su vida de directioner que se abre camino para ser estrella de rock. Estará por verse si subvertir las reglas de lo que se espera de un artista pop le funciona, pero por lo pronto tenemos un buen disco para rockear en el tráfico.