El trabajo de Alejandro Ghersi es tan misterioso como hipnótico. Ya sea cuando se desenvuelve como productor de artistas como Björk o FKA Twigs, o como solista. Por momentos pienso que Ghersi viene del futuro porque su música está más allá de cualquier género. Además, no existe un calificativo adecuado para describir la impecable creación del venezolano. La estructura de sus composiciones escapa de la convencionalidad, sin embargo, se sienten íntimas, cercanas.
Arca, el segundo material solista de Ghersi, es un caos místico, un desorden emocional que pega duro en la nostalgia. Es una producción que, desde la primera escucha, azota los sentidos y nos envuelve en una referencia a David Lynch. De hecho, cuando me acerqué a este material me sentí dentro del Club Silencio, de Mullholland Drive.
Algo en la voz de este tipo despierta sensaciones que no tenía desde hace mucho. Es frágil, pero inquebrantable. A todo momento se encuentra al borde del llanto, pero nunca cae, se mantiene firme. El mejor ejemplo de esto ocurre en “Coraje” la pieza más desgarradora de este álbum. “Desde que te vi no hubo confusiones, no eres para mí, no eres para mí”, vocifera el venezolano y uno no puede hacer más que sucumbir ante su voz.
Más que un rompecabezas en el que cada elemento se une con el que aparece junto, Arca es un todo, un bloque, un sino en el que la belleza contrasta con la violencia. Es una montaña rusa de sensaciones. Arca es un álbum que no sólo se escucha, se siente.