No, no has entrado en la dimensión desconocida, simplemente entraste a la dimensión del capricho de Diego Rivera (1886-1957), el famoso muralista mexicano, quien construyó esta maravillosa anomalía arquitectónica inspirada en lo prehispánico –pero así, en lo general: cualquier maya o azteca que mirara este edificio le parecería tan maya o azteca como Disneylandia–.
Construida en su totalidad de piedra volcánica, tiene las ventanas cubiertas de alabastro y más recovecos y escalinatas en su interior que el templo a una diabólica deidad mesoamericana en una película de El Santo. Por todo lo anterior, es un magnífico paseo. Incluso por el hecho de que a pesar de estar rodeado de ciudad por todas partes, se encuentra prácticamente lejos de todo y llegar ahí ya es en sí mismo una odisea.
Diseñado por el propio Rivera con alguna asesoría del gran arquitecto Frank Lloyd Wright, el edificio fue terminado de construir los años posteriores a la muerte del pintor e inaugurado en 1964. El Anahuacalli (que en náhuatl significa casa del Anáhuac, que a su vez significa: cerca del agua) contiene piezas precolombinas de la colección del propio pintor (compuesta por más de 50 mil piezas), así como obra y bocetos del artista.
En su explanada se presentan espectáculos y performance y en la sala aledaña suele haber conciertos de cámara, así como exposiciones. La vista del sur de la ciudad desde su terraza es magnífica.
Fridabús
Tienen un servicio de transporte entre este recinto y el Museo Frida Kahlo Casa Azul con un costo de $100. Incluye la entrada a ambos espacios.