El arte había dejado de llamarse moderno en el siglo pasado y hacía falta crear un espacio dedicado en exclusiva a albergar las últimas propuestas artísticas, aquellas que las generaciones más jóvenes estuvieran desarrollando y que ahora, a falta de otro nombre mejor, se denomina arte contemporáneo.
Surgió entonces uno de los museos más funcionales y bellos de la oferta museística capitalina. Inaugurado en noviembre de 2008 y con un diseño impresionante de Teodoro González de León, se trata de un espacio multimodal que lo mismo permite la exhibición de obra retrospectiva, que ser espacio de instalaciones ideadas específicamente para este recinto.
Respaldado por la Universidad Nacional Autónoma de México y enclavado en la pedregosa área de su Centro Cultural Universitario, complementa la fascinante oferta creativa que esa zona ha regalado a nuestra ciudad con salas de concierto (Sala Nezahualcóyotl y Sala Carlos Chávez), de danza (Sala Miguel Covarrubias), de teatro (Foro Sor Juana Inés de la Cruz, Teatro Juan Ruiz de Alarcón), de cine (Salas Julio Bracho y José Revueltas), una cafetería que ha ganado premios por su exquisita gastronomía (Azul y Oro) y el alucinante espacio escultórico que extiende sus dominios en la reserva ecológica de El Pedregal.
Una de las propuestas más interesantes de este museo es El Espacio de Experimentación Sonora: un cuarto obscuro donde se reproducen obras sonoras de todo tipo. Vale la pena informarse acerca de las exposiciones temporales ya que son verdaderamente interesantes.
Cuenta con una excelente oferta de talleres y seminarios, además de ciclos de música y conciertos. La tienda de este museo está llena de monerías y regalos sofisticados: desde libros de arte hasta objetos de diseño, ese tipo de cosas que todo hogar posmoderno, o mejor dicho, contemporáneo, debe lucir.