Si me preguntan cómo es vivir con VIH en la ciudad, las respuestas pueden ser tan concretas como prolongadas, y tan sencillas como complejas.
Por un lado, podría decir que tenemos medicamentos de primera que suprimen nuestra carga viral y nos hacen indetectables (eso quiere decir que la carga viral del virus en nuestro cuerpo se suprime al grado que podemos no transmitir el virus por la vía sexual), pero la verdad es que eso no es la realidad para todas y todos. Y eso es de lo que tenemos que decir cuando hablamos de cómo se vive con VIH.
Según cifras del CENSIDA del 2021: En México 270 mil personas vivimos con VIH; de esas, 3 de cada 10 no lo saben y sólo el 60% están en tratamiento. Y es que, aunque pareciera que detectarse a tiempo y tomar tratamiento es lo que “deberíamos de hacer”, la realidad (como lo apuntaba arriba) es que en temas de accesos a la salud y a la información, el piso aún no es parejo para todas y todos.
Pareciera que todo se arregla con una pastilla (que muchas veces, sí), pero el verdadero asunto aquí es: ¿cómo movilizamos estos temas sin culpar a las personas y haciendo cada vez más responsables a las instituciones? Porque pareciera que se nos olvida -viviendo o no con VIH- que tener el virus no debe ser una búsqueda incansable de los culpables, ni se trata de responsabilizar a aquellos que ya lo tenemos, haciéndonos sentir responsables de cuidar o educar a las demás. Más bien, se trata de una incansable lucha por la respuesta de quienes tendrían que cuidar y garantizar nuestra salud y nuestros derechos. Y así, llevamos insertados en la epidemia del sida 41 años y contando.
Aquí, habría que resaltar la labor por parte de organizaciones de la sociedad civil, activistas y líderes comunitarios que, en la búsqueda de esta respuesta, han levantado proyectos e iniciativas que van permeando aquellos asuntos que nos atraviesan al vivir con VIH, que muchas veces salen de los consultorios y que tienen también que ver con materias de derechos como el desabasto, los acompañamientos y la derogación de leyes que nos criminalizan por vivir con VIH.
Entonces, cuando me preguntan cómo es vivir con VIH, yo diría que es así: lleno de contrastes y con una agenda al tope de temas que no sólo se suprimen con una pastilla. Hay que movilizar los temas; pero no sólo por parte de quienes lo vivimos, sino principalmente de quienes no. Ahora, si bien es cierto que la respuesta al Covid-19 ha agilizando los avances del VIH -y que este es tema de otra columna- no debemos de dejar a un lado lo que nos problematiza, aún estemos indetectables y con medicamentos de primera línea. Porque si hubiese que culpar a alguien, sería al Estado. Y porque, antes de todo: ser positiva no debería ser motivo de vergüenza, sino de orgullo a la subsistencia.
Esta columna, acerca de cómo se vive con VIH, estará sucediendo cada quincena. Hasta cuando nos toque.
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