Con una de las fachadas más llamativas y pretenciosas de Amberes, este sitio también entra en la lógica de los clubes con varios pisos. En la planta baja hay un karaoke que parece tener buena demanda, y en la que los fines de semana un grupo de rock interpreta covers.
El segundo nivel es la parte más movida, por así decirlo, donde no sólo ponen el indispensable pop que predomina en esta calle, sino de pronto se animan con ritmos como el reggaetón, tropical o banda, aunque su decoración es accidentada y el servicio de meseros es algo lento y las mesas se ocupan desde las ocho de la noche.
Los cristales con vista a Amberes más o menos ayudan. Lo que quizás marque, aunque sea un poco, la diferencia con el resto de los clubes es su terraza, en donde programan música electrónica. Entrando la noche arrancan con una selección bastante agradable de eso que en la década de 1990 se conocía como lounge y trip-hop. Después de las 12 aumentan la velocidad de los beats aproximándose a eso que conoce como circuit music.
Hay cocteles y las cervezas cuestan 30 pesos, aunque tienen peculiares paquetes como el de 24 cervezas por 600 pesos y 14 por 300, por si tienen ganas de emborracharse en serio.