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Desde el momento en que mis ojos se posaron en el guion de Tengo miedo torero —adaptación de la novela homónima del emblemático Pedro Lemebel—, supe que se trataba de una historia que generaría todo menos indiferencia al estar situada dentro del contexto histórico del gobierno dictatorial de Pinochet, así como por ser protagonizada por “la loca del frente”.
Tres años y una pandemia después, finalmente pude ver concretada esta faena cinematográfica en la inauguración de los Premios Maguey del Festival Internacional de Cine de Guadalajara FICG. Mis primeras impresiones del largometraje fueron la portentosa calidad actoral y el simbólico soundtrack que se cargaba.
En cuanto a propuesta fotográfica, clara es la influencia de la fotógrafa Paz Errazurriz, así como el homenaje a su obra titulada La manzana de Adán, en donde ella se dedicaba a retratar con su lente rebelde el estilo de vida de las travestis durante el asfixiante e intolerable gobierno de Chile en la década de los setenta: la provocación contra la opresión y la seducción contra la rigidez como postulados.
Foto: Cortesía FICG
¿Y la historia?… Bueno, este es en realidad el eje rector del largometraje Tengo miedo torero: todo comienza cuando el personaje de “La loca” (interpretada por el matador de la actuación Alfredo Castro) es emboscada en una redada secreta de la milicia, en el show de travestis a donde suele acudir. Ante un desenlace inminente, encuentra la redención en brazos de su salvador: el carismático Carlos (Leonardo Ortizgris). Tras este implosivo evento desencadenante, los caminos de la sin nombre y de Carlos quedarán inexorablemente unidos, puesto que el joven revolucionario utilizará la morada de su nueva amiga para ocultar unas sospechosas cajas de libros.
Cabe recalcar el arco del personaje interpretado por Alfredo Castro, quien de iniciar siendo una especie de Blanche Dubois (alejada del mundo real que la lastima y viviendo en una simulación de fantasía en donde todo parece estar bien), termina aceptando la hosca situación política de Chile y despertando ante una realidad de ultraviolencia. El amor de Carlos le ha quitado el indulto de su autoengaño. Sin embargo, ella se da cuenta que sin importar el bando que tome, no existe cabida en ese mundo para los de su clase: “si un día hace una revolución que incluya a las locas avísame, ahí voy a estar yo en primera fila”, afirma orillada por la realidad de la época a una soledad apabullante.
El elemento central de la película es la apasionante y profunda conexión que se establece entre los opuestos complementarios: Carlos y “la loca”. Mientras él es un joven furioso por la realidad, ella es una mujer mayor cuya arte consiste en la evasión. Mientras él está haciendo planes para un golpe de estado, ella está divertida de lo lindo teniendo un picnic. Mientras él embiste tal cual toro embravecido, ella lo seduce con su capote de terciopelo.
Es en esta coproducción con Caponeto (Diego Martínez Ulanosky), que el director Rodrigo Sepúlveda logra pasar de una espectacular película chilena a una cinta que se siente profundamente Latinoamericana. ¡Olé!
Tengo miedo torero. Amazon Prime Video: Estreno 16 de abril.