En 1974 la activista y creadora escénica Nancy Cárdenas escandalizó a la sociedad con el montaje de Los chicos de la banda de Mart Crowley, una obra que aborda la amistad entre un grupo de jóvenes homosexuales. En aquél tiempo, la censura y la homofobia social y gubernamental presidieron una fuerte campaña que intentó prohibir su presentación. Más de cuatro décadas después, la existencia en la cartelera teatral de obras que aluden o se dirigen a la comunidad LGBTTTI en la CDMX aún sigue siendo motivo de una que otra incomodidad; sin embargo, hay al mismo tiempo una notable apertura por parte de creadores y espectadores para poner el tema sobre la mesa y de formas variadas.
Las expresiones escénicas que colindan con lo queer se encuentran en los distintos modos y formatos del teatro, y los personajes y situaciones que plantean estas obras corresponden a gran parte de la extensa gama de realidades, estereotipos y arquetipos que confluyen en la comunidad. Desde el divertido estilista amanerado de La estética del crimen hasta Luc, quien gusta de vestir con la ropa de la madre que lo abandonó, en Las musas huérfanas.
El Festival de Cabaret en el Teatro Bar El Vicio es la reunión más importante de éste género, el principal escaparate artístico para la discusión y la defensa de los derechos de la comunidad. Mientras que espectáculos recientes como Fancy Lupe, Divina despierta y La Prietty Guoman son creaciones que van más allá del mero divertimento y cuestionan, transgreden y contribuyen a la evolución del tema ante la sociedad y confirman como protagonistas del género a artistas como Pepe Romero, Tito Vasconcelos, Pedro Kóminik, César Enríquez y Las Reinas Chulas.
La escena teatral, hoy más que nunca, demuestra la profunda necesidad que hay de hablar sobre género, sexualidad, homofobia, derechos, amor y libertad; desde el escenario, para que trascienda los foros y tome las calles.
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