Aquí una lista de propuestas ardientes para la comuniad LGBTTTI, desde baños de vapor y cuartos oscuros hasta un lugar para experimentar sadomasoquismo.
Estoy escribiendo esto con temor a que mi novio lo lea. Había hecho una clase de yoga al desnudo, pero este taller es una experiencia homoerótica de un nivel más alto (por no decir ardiente). En un acto de confianza, le expliqué a mi pareja lo que “por cuestiones de trabajo” debía probar, accedió y esto fue lo que sucedió.
Al llegar al cálido y pequeño departamento en la Condesa me encontré con seis personas dispuestas no sólo a desnudarse por completo, sino a intercambiar con desconocidos —durante cuatro horas— miradas, caricias, aliento, sudor y una que otra erección bien inducida y necesaria. La sesión inició con una corta charla bajo la pregunta: ¿por qué un masaje entre hombres?, que aventó para romper el hielo el masoterapeuta holístico Oscar Sánchez mientras seguíamos con ropa.
Después se asignaron las parejas de acuerdo a nuestra complexión física, pero lo bueno arrancó cuando debíamos hacer a un lado la ropa interior y decidir quién iniciaría dando y recibiendo el masaje. Para este momento los prejuicios, sentimientos de culpa por mi pareja y los retraimientos respecto a mi cuerpo (a mi parecer desbordado) no estaban del todo olvidados.
Mis pies fueron los primeros en recibir las bondades del roce tipo tántrico. Al llegar a la entrepierna la instrucción más importante quedó bien entendida por todos: “se trata de erotismo, utilicen su creatividad y sus recursos corporales cuando estén en las zonas más sublimes”. En este punto no pude contener la erección y por supuesto recordé que mi novio me esperaba en casa.
En sus palabras, Oscar se definió como afortunado pues podía “sabrosearse” a todos, ya que utilizó a cada uno de los participantes para poner la muestra de los ejercicios, situación que me puso nervioso. Él fue el encargado de dar un masaje circular en mis genitales, siempre bajo la orden de estimular y relajar (soltar) para de esta manera evitar a toda manera la eyaculación, característica del frote tántrico.
Sin afán de arruinar tu experiencia, hay ciertas posiciones que involucran rosar casi todo tu cuerpo con el de tu compañero, en esos momentos la temperatura despunta en casi todo el salón. Si bien no es un lugar de encuentro ni de orgías, tampoco se andan con mojigaterías, pues me tocó ver una que otra boca devorar ecuánimemente los genitales de su compañero. Más que euforia sexual, se sentía un ambiente de tranquilidad, complicidad y libertad que se expresaba en cada parte erizada del cuerpo.
Los movimientos lentos y controlados ya habían hecho que Eros se apoderara de mí cuando me di cuenta de dos cosas: Una, no aprendería a dar un masaje erótico en una ni probablemente en varias sesiones. Dos, el extraño que me topé se convirtió en un aniquilador de prejuicios y su cuerpo ahora parecía un espejo y mapa del mío.
El final llegó con un abrazo y un dejo de satisfacción de haber vivido una experiencia sexual alejada del a veces sobrevalorado coito. Tengo una sensación de conciliación y estoy consciente de que mi pareja comprenderá que la libertad corporal e interior efímera que experimenté es algo que en algún momento debemos vivir cada uno. No veo la hora de llegar a casa para ponerlo en práctica.
De Hombres México 55 3961 7932. dehomex@gmail.com. Segundo y último sábado de cada mes. Previa cita. $1,600 por sesión.