El sexo, o mejor dicho la sexualidad, ha sido un tema recurrente en la historia del arte conceptual, quizá porque alude a dos asuntos fundamentales: el poder y el goce. Tal binomio ha sido motivo de exploración de distintas manifestaciones artísticas. En esta ocasión, desde la mirada queer, la galería colectivo Salón Silicón presenta su proyecto SEX en la exposición Siembra de Kurimanzutto.
De manera seria y a la vez lúdica, SEX se dirige al espectador para dar paso a la conversación de lo que hoy representa el sexo, sus distintas prácticas, emergencias y expresiones. El colectivo refiere a la razón del nombre: “En inglés por el libro de Madonna y por la tienda de Vivianne Westwood y Malcolm McLauren, y por ridículas. Porque ya estábamos hablando de sexo entre nosotras: de lo penetrable como concepto, del lubricante en la práctica, de nuestras represiones, de la autogestión de nuestra identidad de las tecnologías que usamos para y contra nuestros cuerpos”.
El arte es sin duda una forma de transgresión, es la mirada rebelde de las sociedades, en ocasiones sutil, en otras cruda o incluso grotesca. El arte, por tanto, resulta ser uno de los caminos por los que la libertad en su sentido más amplio se concretiza, y es bajo esa premisa en la que una reflexión sobre el sexo podría ser genuina. Así es la refelxión de SEX, la cual funciona como escaparate de piezas que abordan la sexualidad en tres ejes: SEXplay, SEXwork y SEXtrauma.
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Las etiquetas son elocuentes en SEXPlay. Desde lo lúdico y el propio placer, refiere a las prácticas sexuales sin tapujos, a sus amplias posibilidades, por lo que no resultará extraño ver alusiones a juguetes sexuales, prácticas extremas, referencias a la vida nocturna o los cuerpos de fiesta preparados para el ligue y el sexo.
Por su parte, SEXwork es lo que se ha ocultado, a veces combatido, otras veces negado: el sexo como trabajo. En este caso, se reflexiona acerca de lo que representa e implica trabajar sexualmente por parte de una mujer o de un hombre, las políticas y los dispositivos alrededor de esas prácticas en un orden social determinado.
Por último, SEXtrauma, que nos lleva a pensar en las tensiones y en los agudos conflictos, los cuales nos afectan a todos, nos marcan y muchas veces resultan lastres para la vida. Muestra que el ocultar, sancionar, castigar, catalogar y denominar han sido constantes en una sociedad contemporánea.
Bajo los preceptos antes expuestos, SEX incorpora diversas piezas que provienen de artistas consagrados, algunos en plena carrera y otros emergentes. Se encuentra, por ejemplo, una escultura de Sarah Lucas que representa la posibilidad del sexo como algo duro, apasionado y confrontativo. Por su parte, Nobuyoshi Araki presenta una pieza titulada QARADISE, con la que recrea escenarios fantásticos y perversos que muestran el lado juguetón del fetiche de inmovilización con cuerdas, reinterpretando prácticas antiguas de tortura. Las fotos de Sandra Blow dan testimonio de la vida de en fiestas, momentos íntimos, en una suerte de confesionario, pero al mismo tiempo de manifiesto.
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Por otra parte, se exhibe el trabajo de Lucas Lugarinho con su pieza Furrymanzutto, quien en una imagen digital de gran formato muestra la cultura furry, especies de botargas que se insertan la vida humana, incluida la vida sexual. Otra pieza que llama la atención es la titulada La Dimensión Deconstruida de Romeo Gómez López, quien crea un teatro guiñol donde, a partir de un verso de la canción "Star" de la boyband de hip-hop BROCKHAMPTON, su líder Kevin Abstract rapea sobre su atracción sexual al cantante pop Shawn Mendes. Dicha representación pretende trasgredir el orden heterosexual y racial establecido.
SEX va más allá, y el grupo de artistas de Salón Silicón propone actividades alrededor de la exposición, como conferencias y talleres. En fechas recientes se ha llevado a cabo un taller en la galería Kurimanzutto sobre cómo hacer un dildo; se invita a público interesado a diseñar creativamente un “consolador” con silicón.
El sexo en SEX se revela, se pone en evidencia en una especie de grito o en una figura de exageración que apela, que transgrede, pero que al mismo tiempo implica llamar a la resistencia y exhortar al ejercicio de libertad queer.
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