Con apenas unos meses en funcionamiento, este lugar pretende convertirse en la opción de lujo de los lugares de encuentro capitalino. Teniendo como punto de referencia la icónica punta del World Trade Center, el rimming empieza con un fuerte sistema de seguridad, incluyendo un hombrezote cuyo objetivo es revisar a fondo a todo aquel que entre.
Por dentro predomina un blanco ochentero, por la textura que recubren las paredes. La planta baja se conforma de una espaciosa área de casilleros, la barra de cervezas y tragos, un lounge bajo luces discotequeras, una sala de videos soft y un baño con regadera. Digamos que la acción que todos buscamos sucede escaleras arriba: Aprovecharon ingeniosamente el espacio, dando forma a un gran salón para los que gustan de las esculturas humanas de múltiples brazos, también hay un cuarto dividido en cubículos, un laberinto oscuro, un salón con videos más fuertes y un baño.
Como sucede en este país desigual, en Rimming se respira cierto lugar común de asociar lujo con tipos de buen cuerpo o de apariencia fresa, lo que a veces se entiende, castrantemente, como gente bien. Por mis convicciones punk y mi alcoholismo chelero originado de mis orígenes lagunero, yo no entro en ninguna de esas descripciones, sin embargo; la pasé sudado y bien. A pesar de que no es el lugar más concurrido del momento, vale la pena darle una primera oportunidad.
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