PUTO
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Alex Toledo/Psicólogo y escritor
En México no creo que haya ningún homosexual que se haya salvado de la herida que provoca la palabra “puto”, al menos yo no.
Podía soportar “marica” y cualquiera de sus derivados. Incluso “joto”. Pero “puto” me daba miedo, sobre todo en primaria y secundaria, porque significaba que quien me lo gritaba, realmente era alguien malo y me detestaba, así que corría peligro. Con el tiempo, claro, aprendí a defenderme y no me quedó de otra más que romper algunas narices. Ahora me he empoderado en otras cosas y fortalezas, que me hacen no darles importancia a los insultos, en ocasiones hasta me burlo de ellos. Eso mismo es lo que a través de mi trabajo trato de enseñar a otres: que jamás permitan que ninguna palabra u ofensa les quite su poder, como estuvieron a punto de quitármelo a mí. Ser quienes somos está bien. Siempre.