Además de tacos, mariachis y tequila, la cultura mexicana es famosa por la lucha libre. Cómo no amar las vistosas máscaras, las elaboradas acrobacias y los pequeños luchadorcitos que, sin importar el tamaño, reparten garrotazos al por mayor. Una figura importante dentro del deporte del pancracio son los exóticos: luchadores profesionales que se caracterizan por sus atuendos con plumas y lentejuela, sus movimientos amanerados y ser abiertamente homosexuales (aunque no todos lo son).
Sus inicios se remontan a los años cuarenta con luchadores como Gardenia Davis, Sergio el Hermoso y el Bello Greco, los cuales sentaron las bases de los luchadores exóticos: movimientos afeminados, interacciones con alto contenido sexual, besos al oponente y atuendos extravagantes, aunque para esa época todo se quedaba en el ring simplemente como un “show”. Para los ochenta, este tipo de luchadores se volvieron clásicos y tuvieron la oportunidad de aceptar abiertamente su preferencia sexual, lo que paradójicamente convirtió a la lucha libre mexicana como un deporte de machos musculosos amigables con la comunidad LGBTTTI.
Actualmente los exóticos son la sal y pimienta de la lucha libre y no puede haber ningún encuentro sin su participación. Platicamos con algunos de ellos, conoce su historia aquí.