El nuevo atractivo visual de La Purísima incluye una estatua de Cristo con arneses y tacones que encarna la metáfora más sublime del sufrimiento; no sólo es un pastiche decorativo, representa la luz (neón) al final del calvario y la sufrida peregrinación que implica hacerse de un lugarcito en La Puri.
Recordemos que La Purísima ha sido un impulsor para descentralizar la vida nocturna LGBT+ concentrada en la Zona Rosa, pues junto con El Marra se convirtió no sólo en una opción alternativa, sino en una propuesta verdaderamente inusual.
También el espíritu de hipismo queer sigue latente, tanto como su accesibilidad, buena música y ambiente arrabalero. Con su remodelación y reapertura se revalida como el antro de moda del que todos quieren ser parte. Aunque el sacrificio sea cruel, pasarla bien es garantía en este lugar.