Charly es un imitador de Elvis con todo a su favor, incluido un llamativo traje de lentejuelas. Pero así pierde su trabajo, el alquiler está atrasado y su esposa anuncia que viene un bebé en camino. Entonces, cuando Elvis deja el edificio y se instala un espectáculo de drag en el pequeño bar destartalado donde trabaja, “El Rey” se transforma en una reina total con la ayuda de algunos nuevos amigos que se convierten en la segunda familia que Charly nunca vio venir. Con chistes ágiles y números dignos de bailar, esta entretenida historia pondrá a prueba tus suposiciones con un humor y una profundidad extraordinarios.
Esta obra escrita por Matthew Lopez, estrenada en 2014 y con una película en 2018, retrata de una manera humorística pero muy inteligente cómo el mundo ha cambiado a partir de la popularización del drag.
Bajo la dirección de Terezina Vital, nos cuenta la perspectiva de un hombre heterosexual que imita a Elvis en un bar en decadencia, con el objetivo de cumplir (de cierto modo) su sueño de ser artista, pero que sus problemas económicos, la llegada de un bebé y el cambio de público objetivo del bar, lo obligan a acatar un estilo de vida diferente al convertirse en Georgia McBride, que lo ayuda a explorar el lado que no se atreve a mostrar al mundo, su lado sentimental, pero que también lo ayuda a llegar a más gente logrando ser la estrella del show.
El camino de Charly (Juan Goldaracena) no es fácil, pues Eddie (Juan Benavides), su jefe, no cree en su acto como Elvis, y para ganar más público en el bar decide contratar a su primo/prima Tracy Mills (Juan Goldaracena), que es una drag de mediana edad, experimentada en la gran ciudad y que ha tenido éxito. Tracy sirve cómo guía y "madre drag" para Charly, pues es quien lo introduce a este colorido mundo, enseñándole acerca de maquillaje, cómo transformar el cuerpo, divas de la música y el espectáculo, y aunque es amable, también es directa y centrada, como una madre.
Tracy no está sola, pues con ella viene su amiga Rexy (Héctor Zavala que dobletea personajes muy diferentes entre sí), quien representa el lado oscuro de la vida nocturna el alcohol, las drogas y el ego, este lado que trae consigo problemas y violencia, además es quién pone en la conversación las dudas sobre la sociedad y el hecho de que un hombre heterosexual cisgénero haga drag, porque no todo es color de rosa.
Esta gran historia la podemos disfrutar en el Nuevo Teatro Versalles, que es un espacio muy íntimo, pues el escenario es pequeño, esto causa agunos tropiezos técnicos, pero solo bastan dos escenografias, un telón y utilería, para transportarnos a una realidad distinta, esa es la magia del teatro.
En cuanto al ritmo de la obra, tiene picos de energía, unos momentos está hasta arriba y otros en los que se vuelve un poco plana, pero es atrevida, pues tiene la audacia de hacer una transformación completa en drag en escena, este proceso normalmente es muy tardado, pero de manera astuta, la transformación se relaciona con el desarrollo el personaje principal, por lo que realmente solo se siente esa pausa en breves momentos.
Aun con sus fallas, es una obra que vale totalmente la pena, pues nos hace reflexionar sobre lo que implica ser y hacer drag, sobre lo que representamos y lo que creemos, cuestiona las normas sociales sobre la hombría, pero además, nos da todo de un espectáculo drag y de una obra teatral en un mismo escenario.
Recomendación. Algodón de Azúcar.