José Rivera el  director de La Cebra Danza Gay
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

José Rivera, director de La Cebra Danza Gay, nos habla sobre la danza queer

Platicamos con el bailarín más homosexual de la CDMX sobre su trabajo y su compañía de baile

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Cuando baila, José Rivera dice ser el más puto de México. Pero quizá sea el más puto del mundo. Rivera es director, coreógrafo y fundador de La Cebra Danza Gay, una de las pocas compañías que a nivel internacional se concibe como un grupo dancístico abiertamente homosexual. Más que un simple bailarín, él se considera un activista.

Con una trayectoria de 21 años al frente de La Cebra, Rivera afirma que la danza ha sido un instrumento para construir un espacio de libertad. El placer ha sido el eje principal de su trabajo.

En La Cebra Danza Gay se baila para disfrutar ser homosexual. Sus coreografías se caracterizan por poner en disputa las nociones arraigadas de los roles de género. “A mí me gusta que los bailarines sean diversos y puedan interpretar papeles muy femeninos y muy masculinos a la vez”.

Sus obras son, en su mayoría, autobiográficas. Recuerda que desde niño definió su forma femenina de moverse, al ver a “unas vestidas que salían a la calle para bailar cumbia en las fiestas del barrio en San Luis Potosí”.

Foto: Alejandra Carbajal

Originario de un estado del Bajío, le asombraba que los machos del barrio y la comunidad ultraconservadora aceptaran la diversidad, los trajes de licra y el maquillaje. Sin embargo, eso sucedía solamente en las celebraciones.

De adolescente notó que le atraían los uniformados: militares, policías, motociclistas, futbolistas y mecánicos. De ahí vienen sus referencias para moverse de manera masculina, explotando los estereotipos para después desviarlos.

Rivera está convencido de que para ser libres hay que bailar. Desde niños y con quien sea. Pues así se construyen corporalidades y mentes más abiertas. Otra de las herramientas para llegar a la libertad, explica, es la generación de incomodidad y la provocación. No le interesa ser el payaso de la fiesta sino quien impulse la reflexión a partir del goce del cuerpo.

En el Patrick Miller, uno de los lugares de la CDMX donde se siente más feliz al bailar, le gusta moverse “muy jota” para reivindicar a la comunidad LGBTTTI. Ese es su trabajo con la sociedad. “¡Quiero que todo el mundo se entere de que soy el más homosexual!”.

Descubre más personajes de la CDMX que con la danza queer reflexionan sobre las identidades de género.

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