Resguardadas en el fondo Casasola de la Fototeca de Pachuca, Hidalgo, sobrevive un grupo de imágenes potentes de los treinta y que laten en nuestro corazón porque demuestran que hemos existido siempre. En ellas, travestis posan desafiantes, contestando al aparato de burla y rechazo que puede significar la cámara cuando retrata a comunidades consideradas anormales o políticamente incómodas. Estas identidades precursoras, convencidas de ser diferentes y de asumir una vida igualmente legítima que la heterosexual, han transitado en el tiempo como posibilidad. Actualmente sabemos que antes de ellos existieron otras manifestaciones en torno al transformismo, lo transexual, lo homosexual y lo lésbico.
Dichas fotografías nos colocan en nuestros días, cuando nos jactamos de una escena incipiente de lo que pudiéramos llamar fotografía LGBT+, en un abanico de identidades que transitamos desde lo queer hasta lo cuir o que fluimos entre ellas.
En nuestra revista del mes de junio 2019 hacemos un recuento breve en torno a nuestra cultura visual —marcada por el cuerpo, el placer, la amistad, el erotismo y la sexualidad— con conciencia de género y generada desde la Ciudad de México para presentarte a ocho fotógrafos cuyo trabajo documenta o se inspira en lo que como comunidad LGBTTTIQ padecemos y gozamos en un sistema mayoritariamente heterosexual.
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