Una de las cualidades de Wenceslao es decir las cosas como son, sin pelos en la lengua.
Como parte de los personajes LGBTTTI de la CDMX, junto a Antonio Bertrán, colabora en los medios escritos de temas sobre la comunidad.
"He sido putito desde chiquito", dice Wenceslao, periodista, escritor de Funeral de hombres raros y, sobre todo, un gay antigay al que le choca la palabra "comunidad". A Wences le encanta escuchar a Dinosaur Jr y Blur, bandas que a decir de sus detractores, "no son del todo gay". Estos desacuerdos lo meten en líos a costa de defender su posición en contra de lo que, a su consideración, se entiende socialmente como ser homosexual.
Desde hace nueve años lo expresa en El nuevo orden, su columna en Milenio, en la que bien escribe sobre la hipocresía de la declaratoria de ciudad amigable LGBTTTI o sobre sus experiencias en las orgías. La genuinidad la exhuda por sus poros, ya sea cuando se trepa al ring en sus clases de boxeo o cuando aplica el periodismo gonzo. "En San Francisco me metí al set de un video porno y me fisteó un cabrón. Yo decía 'esto debe ser el intestino'. No me gustó, es como ir al ginecólogo".
Columna El nuevo orden. Todos los martes en el Periódico Milenio.