La autora del libro Pornoterrorismo, Diana J. Torres
Foto: Alejandra Carbajal
Foto: Alejandra Carbajal

Entrevista con Diana J. Torres, autora de Pornoterrorismo

Aunque ha dejado atrás sus performances pornoterroristas, Diana J. Torres sigue batallando por el libre sexo

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“Donde haya una norma, un protocolo, una moral rígida o una educación al servicio del poder, habrá transgresiones”. Lo dice Diana J. Torres, agitadora consciente, contraventora y provocadora de cualquier cosa menos de la indiferencia. Diana es experformer y autora de Pornoterrorismo (Sur+, 2013), un ensayo autobiográfico que cuestiona cualquier ley moral y sexual por la que se rige el sistema; y de CoñoPotens (Txalaparta, 2014) un manual sobre la próstata femenina y su eyaculación.

Esta artista y activista española ha trasladado sus proyectos a la Ciudad de México, donde ha cambiado las escenas pornoterroristas por la música, los talleres, la escritura y la carpintería. Organiza el festival pornográfico Muestra Marrana y comparte vida y sus sesiones de eyaculación femenina, música e incluso carpintería en Casa Gomorra, un antiguo burdel de la Obrera que se convirtió en un espacio social y cultural feminista.

Asustaste a mucha gente con tus perfomances…
Prefiero creer que les hice pensar. Un performance bajo el nombre “pornoterrorismo” no creo que suscite demasiadas dudas sobre lo que verás. Jamás he considerado a alguien cobarde por no querer ver mis performances. Respeto mucho a quienes conocen sus límites. La curiosidad es más fuerte que el miedo, es el punto de rebeldía que todos tenemos. Es similar a la intuición: si la escuchas, puedes descubrir cosas maravillosas.


Comenzaste en España, pero has hecho muchos performances en México, ¿alguna diferencia cultural?
Aquí hay muchos performanceros, más que en España. Son muy transgresores, viscerales y explícitos. México es un país donde la muerte, la sangre y la destrucción están a la orden del día y eso se refleja en el
arte de la gente.

Incluso así, hay mucho quehacer en cuanto a educación sexual, ¿no?
Decir “educación sexual” me suena a políticas del gobierno para manipular a la gente. La educación se ha enfocado a la prevención del embarazo. No se enseña cómo son los cuerpos ni que existen otros géneros además del de hombre y mujer. La palabra educación está un poco raída.

Entre esa manipulación sobre el cuerpo, ¿entraría la ocultación de la próstata femenina como explicas en tu segundo libro Coño Potens?
Sí, por ejemplo. Pero también de lo que se cuenta de la próstata masculina. Si desde que nacen se les contara a los hombres que tienen
dentro del culo una cosa maravillosa que nada tiene que ver con una erección, el asunto cambiaría. ¡Anocracia para todos!


Vas ya por la octava Muestra Marrana, ¿se ha conseguido renovar el imaginario del porno?
No lo sé, pero al evento de 2015 acudieron 2 mil personas. Eso es ya decir mucho para una muestra sobre sexualidad. La gente se está dando cuenta de que el porno comercial no nos representa, que ha monopolizado la imagen del cuerpo y que está hecho exclusivamente para hombres. Lo que proponemos es que las personas presenten cortometrajes mostrando pornografía desde perspectivas feministas y no convencionales. Es una oportunidad de representar su propia sexualidad.

¿Qué es una vida sexual plena?
Supongo que una en la que compartes con otros cuerpos cosas buenas, que se te respeta y se te escucha. Con cuerpos que saben qué es lo que quieres, cuáles son tus límites, cómo y cuándo. La sexualidad positiva es una en la que hay comunicación y que va más allá de lo que nos han inculcado culturalmente.

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