Para los días de la marcha gay, esta es una parada obligada: una vez que el contingente haya invadido de colores las calles del Centro Histórico, hay que arribar a esta colorida e íntima fonda en cuyas paredes cuelgan cuadros de Juan Carlos Bautista, artista, poeta y dueño de El Generalito.
Los brochazos rosa mexicano hacen pensar que este lugar sería el sueño húmedo de Frida Kahlo o de Lila Downs. "Viene siendo" el sitio políticamente correcto por si la tripa ya hace ruido después de tanta caminata. Tienen menú de comida corrida.
Son famosas sus tardes de karaoke por lo que sugerimos estén al pendiente para apartar esos himnos de la cultura gay nacional.