Cuando el hombre de seguridad me dijo “anímate, en poco tiempo se pondrá bueno”, no entendí a qué se refería exactamente. Me regaló un poco de gel antibacterial. Aunque el caminar agitado de un par de drags daban la sensación de que algo espectacular estaba por venir, para ser sábado por la noche, el Crown en Zona Rosa se sentía más bien vacío.
No hay cover y por las medidas de higiene de la pandemia no se puede beber en la barra. Para pasar el rato se debe agarrar obligadamente una mesa, ya sea las periqueras que se encuentran en la entrada, o las mesas tipo cantina en el desnivel que corre como un pasillo largo hasta topar con la consola del dj, que pone pop cien por ciento noventero y de ahí al reguetón de moda y de regreso. Cuando escogí una de las últimas periqueras próximas a la sección de mesas de madera, sonaba “Informer” de Snow.
Los muros de Crown sobreviven de la pasada administración, cuando aquí era el Baby, aunque más oscuros y lisos. Las mesas son ocupadas por grupos de amigos, hombres y mujeres casi todos alrededor de los 25 años que departen con alegría. Excepto por un gringo sentado casi enfrente del dj, regordete y alegre, con el que intercambiamos un par de miradas. También había otro galán con pinta de extranjero que bebía y hacía figuras con el humo de su cigarro en el área de fumar. Por lo visto, es un sitio para medio ligar tranquilos en un sábado de pandemia.
Los meseros de Crown, con su debido cubrebocas, te enseñan la carta y te comentan del menú; consiste en snacks que vienen bien para acompañar el trago. Lo más popular son las papas gajo o las alitas que no pasan de los $100. Mientras que la cerveza arranca en $45 y de ahí para arriba. Además hay las bebidas indispensables de los bares, como ron, tequila, ginebra o vodka, sugerencias de coctelería o una de las botellitas de sidra de manzana Strongbow que se encuentran en el refrigerador de bienvenida.
Sin darme cuenta, el gringo que estaba sentado cerca del dj me pregunta si puede sentarse conmigo. Por lo visto, alguien que conoció en una app lo ha dejado plantado aquí. Empezamos a platicar sobre lo extraño que se ha vuelto salir por una época mientras el COVID flota en el aire. En ese sentido, el Crown es ante todo una opción sencilla para pasar el rato en condiciones saludables. Por el suelo abundan las señalizaciones para mantener la sana distancia que aportan una sensación de seguridad, pero que, al mismo tiempo, recuerdan los tiempos que vivimos. Al final, el gringo y yo brindamos porque al menos, seguimos sanos y salvos.
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