El 30 de septiembre de 2016, Kenya Cuevas presenció el asesinato de su amiga, Paola Buenrostro, a manos de un hombre que saldría libre 48 horas después de su detención. Esa noche, además de enfrentarse al dolor fraternal, Kenya se topó con lo que define como la violencia y la criminalización que se ejerce desde las instituciones, y la sociedad, hacia la población trans que tiene un trabajo sexual.
“Su negativa me empoderó, me enseñó, me abrió puertas, me dio entrada y ya no lo pueden evitar”, afirma la activista, como muestra de que su peregrinar por hacerle justicia a su compañera solo la hahecho más fuerte. Ese camino la llevó a constituir en 2017 la asociación Casa de las Muñecas Tiresias, y para 2019 fundó la Casa hogar Paola Buenrostro en la Gustavo A. Madero, dedicada al acompañamiento de la reinserción social, económica y laboral de mujeres y hombres trans.
“Acabamos de recibir una donación de 500 dólares para que habilitemos la biblioteca, Kenya Cuevas porque queremos que se sientan bien, en casa, y que vuelvan a recuperar esos sueños que han perdido en la transición; al menos yo recuerdo que perdí la confianza, a mi familia, a mis amigos, la escuela... todo. Tengo 46 años y apenas voy sacando mi primaria, estoy en la secundaria, porque también yo me estoy motivando para seguir alentando a mis compañeras”, cuenta alegremente quien logró abrir un albergue, mismo que, de no ser por las inclemencias de la pandemia, tardaría mínimo un año más en habilitarse.
Con capacidad para 30 personas, en Casa hogar Paola Buenrostro actualmente viven 15 mujeres trans, quienes realizan sus tareas cotidianas, reciben la guía de un profesor para acreditar los niveles primaria, secundaria o preparatoria, y participan en lecturas colectivas o cinedebates. De manera paralela, la activista LGBTTTI recibe a personas que necesitan vivienda temporal, en una casa rentada aledaña a su domicilio particular.
Kenya está trabajando para patentar y replicar el modelo de su albergue en otras partes del país. Estima que sus alcances sigan siendo proporcionales a los que ha logrado, incluso antes de fundar Casa de las Muñecas Tiresias. “Vengo haciendo activismo desde 2010, cuando salí de prisión, fui niña de la calle, usé drogas, viví como trabajadora sexual muchos años, pero esas experiencias me fueron forjando. Tengo 23 años viviendo con VIH”, menciona al recordar que vio morir a causa de SIDA a más de 200 personas, en casi 11 años que estuvo en prisión, donde al lado de dicha población vulnerable comenzó a labrar su compasión hacia los demás.
“¿Recuerdas que en enero pararon periférico con un ataúd? Pues fui yo la que se metió al ataúd”, exclama con la seguridad y orgullo de quien logró que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos local hiciera una recomendación a la Procuraduría General de Justicia de la CDMX, la primeraen la que para nombrar el asesinato de una mujer trans —Paola Buenrostro— se utiliza el término “transfeminicidio”.
Para finalizar, con un tono que eriza la piel, Kenya comparte que el próximo 30 de septiembre recibirá una disculpa pública por parte de las autoridades, a la misma hora que murió su compañera. “Ha sido un caminar fuerte, pero no me van a tirar, porque tengo muchas ganas de seguir creciendo y seguir ayudando a mis amigas”.
Recomendado: Centros de apoyo para la comunidad trans en la CMDX.