1. Blow Bar (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  2. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  3. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  4. Blow Bar (Foto: Alejandra Carbajal)
    Foto: Alejandra Carbajal
  5. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  6. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  7. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  8. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  9. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  10. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  11. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  12. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  13. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  14. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal
  15. Foto: Alejandra Carbajal
    Foto: Alejandra Carbajal

Reseña

Blow Bar

4 de 5 estrellas
El nuevo antro gay de la CDMX es el respiro que Zona Rosa necesitaba
  • Gay y lésbico
  • precio 3 de 4
  • Zona Rosa
  • Crítica de Time Out
Publicidad

Time Out dice

Hay un nuevo tumulto sobre la calle de Niza frente a la radiación de neones rosas y morados que incitan a nuevas expectativas en el barrio de Zona Rosa, que a pesar de su fama de tolerancia hacia la diversidad sexual, suele subsistir al filo del desgaste. Se trata del nuevo antro gay de la CDMX Blow Bar, la respuesta reconstruida al melancólico cierre del Boy Bar, de ahí que su distribución sea más o menos la misma: tres niveles en los que se intercambian buenos arrumacos entre penumbras, sudor pop y una caderona y refrescante diferencia: un piso dedicado al reguetón y su irresistible perreo.

El vestíbulo me hizo sentir como en una boutique diseñada por Stanley Kubrick, por la calculada decoración futurista. Julia, una amiga que encontré deambulando por Zona Rosa y quien terminó por acompañarme, pudo entrar al denominado cuarto oscuro o hot room en la planta baja. Ahí tropecé con un vato con el que nunca paso de cruzar miradas y me preguntó si Julia era mi novia. Me escapé para darme unos besos en la parte candente que sigue siendo solo para hombres. Creo que la recepción de mujeres en esta fracción es un experimento.

El primer piso es el edén bling-bling bajo una exquisita selección de reguetón, en un espacio que combina decoración industrial con paredes de ladrillo rojo que me recordaban los apartamentos de Wall Street —la película de Oliver Stone de 1988—, amplios ventanales con vista a la calle de Niza y una generosa pista en la que además de preservar el baile, también se montan performances homoeróticos y drags. Ahí ordenamos unas cervezas que cuestan 35 varos, aunque está la opción de pedir un litro por $90. Con unos 500 pesos te la pasas bien.

Luego viene la terraza, cuyo acceso es restringido para mantener control sobre la capacidad y donde suenan beats de nostalgia pop de décadas pasadas. En el extremo opuesto a la vista panorámica, se encuentra un muro intervenido por Fabián Chaírez (también participó en la decoración de La Purísima y de Soberbia), así es, el polémico pintor que enjotó a nuestro macho Zapata incendiando el enojo de un par de homofóbicos. También se encargó de algunas estructuras lumínicas del nivel reguetonero.

Algo que tiene Blow Bar es una suerte de ambiente de fiesta atemporal, si bien el perreo es una tendencia en cuanto a soundtrack generacional, Julia y yo, que no somos precisamente unos millenials saliendo de la universidad, pudimos crear conexiones con algunos mozalbetes, quizás porque Blow tiene una personalidad muy bien construida, heredada de Boy Bar, donde lo importante es pasarla bien sin presiones por encajar con las tendencias, que cada vez más se encaminan a las ideologías.

Recomendado: Nuevos antros y bares gay de la CDMX.

Detalles

Dirección
Niza 40
Zona Rosa
Ciudad de México
06600
Transporte
Metro Insurgentes
Precio
$70, consumo promedio $450
Horas de apertura
Jue-sáb 8:30pm-4am
Publicidad
También te puede gustar
También te puede gustar