La fama de este baño se debe a que era frecuentado por el escritor y ensayista Carlos Monsiváis. El cronista nunca hizo pública su homosexualidad, hasta que el flautista Horacio Franco puso una bandera de arcoíris sobre el ataúd el día que fue velado en el Palacio de Bellas Artes.
Aquí Monsiváis daba rienda suelta a su orientación sexual. Como en casi todos los baños, la acción sucede en el vapor general. Los viernes poco antes de que la noche tapice el cielo, la mayoría de los clientes gay tienen pinta de estudiantes con refrescos minerales sabor toronja, una bebida popular en los vapores de la Ciudad de México.
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