Recordemos que La Purísima ha sido un impulsor para descentralizar la vida nocturna LGBT+ concentrada en la Zona Rosa, pues junto con El Marra se convirtió no sólo en una opción alternativa, sino en una propuesta verdaderamente inusual. La tardía llegada del vogue a la CDMX fue posible gracias a lugares clave como este; a Franka Polari y sus secuaces les prestaban el lugar antes de abrir para posar y poner sus beats vogueros.
El espíritu de hipismo queer sigue latente, tanto como su accesibilidad, buena música y ambiente arrabalero. Con su remodelación y reapertura se revalida como el antro de moda del que todos quieren ser parte. Aunque el sacrificio sea cruel, pasarla bien es garantía en este lugar.