Alguien grita: "¡no seas estúpida, es mío; pásamelo!". No, no es una escena pasional en el Marrakech para ver quién se lleva al galán a casa. Es el grito para centrar el balón y colocar un golazo. En la euforia del partido y las ansias de ganar, no hay suspiro para ocultar la naturaleza gay. ¿Para qué?
Muchos de los fervientes deportistas de la segunda sección del Bosque de Chapultepec ya saben que, desde hace ocho años, cada sábado al mediodía un grupo de hombres se reúne atrás del Cárcamo de Dolores, que diseñara Diego Rivera, en una zona conocida como "las víboras" o "las bolas", frente a la montaña rusa. Ahí patean el balón tantas veces como sea necesario para ganar el partido.
Pareciera que son un grupo de hombres ordinarios aficionados al soccer, a no ser porque estos jugadores, conforme llegan a la cancha, se saludan de beso, bigote contra bigote. O bien, arriban acompañados de sus parejas, sin asustarse por las malas miradas.
La intención del Grupo D.C.R. en pro de la Diversidad Lobos México A.C, nombre oficial de los Lobos, es la de fomentar las actividades deportivas en la comunidad gay y, quizás de paso, romper con lugares comunes, como aquel que postula que el antro es el único terreno para el ligue gay o el deporte sólo para machos.
A su fundador, David Martínez, siempre le asaltó la duda de si realmente un hombre gay puede sentir la misma pasión por el futbol como los buga, pues los estereotipos sociales están tan afianzados que pareciera un deporte exclusivo de heterosexuales.
De ahí salió la inspiración para crear el club. La respuesta es fácil: la pasión por el deporte no tiene género ni preferencia sexual. No hay que ser un especialista en el futbol ni haber pasado la infancia en los estadios para integrarse a los Lobos. Basta con tener disposición para hacer deporte, involucrarse en la cancha, ponerse la camiseta y anotar goles. De hecho, muchos entraron sin saber lo que era un volante y hoy son mediocampistas, carrileros, de contención y delanteros.
El único requisito es una cooperación de 15 pesos cada sábado para solventar gastos de utilería, además de llevar la ropa adecuada y cómoda, pues recuerden que habrá derrapes, saltos y caídas. Terminarán embarrados de tierra, por si pensaban presumir las gangas fashion que cazaron.
Después del entrenamiento y alrededor de las cuatro de la tarde, se arman partidos de los Lobos contra equipos de bugas. Aquello se pone de lo más divertido y apasionante.
Lo mejor es que se genera una convivencia que derrota fobias y prejuicios. Ahora que si de plano se les hace muy rudo eso de las patadas, los Lobos han expandido su catálogo de deportes y ya cuentan con ligas de basquetbol, natación, yoga, voleibol y zumba, que se suman a otras actividades más peculiares, como teatro musical y frisbee.
Adicionalmente, los Lobos participan en la Marcha LGBTTTI, en la que promueven el deporte como una práctica contra la no discriminación y la difusión de una vida sana en contra de las enfermedades de transmisión sexual.
"Una vez que estás en la cancha, se te olvida si eres gay o buga, lo que importa es golpear el balón. Eso sí, a veces es inevitable que se te escapen las joterías", advierte Juan Manuel, su entrenador.
Las Bolas. Segunda sección del Bosque de Chapultepec, frente a La Feria. Sáb 12pm. $15. Conatacto Aldo Peralta. 55 4098 2828. lobosmexico.org