Para celebrar 30 años de trayectoria, el reconocido coreógrafo Óscar Ruvalcaba Pérez montó una obra que parte de la filosofía de John Locke, la cual plantea que los seres humanos somos un folio en blanco y lo que se escriba en él dependerá del entorno donde nos desarrollamos. Esta pieza intimista versa sobre las diferencias de cada persona y propone una unidad en la diversidad, tanto en la ejecución del movimiento como en la expresión del concepto.
¿Por qué se podría decir que Folio en blanco es un parteaguas en tu trabajo?
Esta es la primera vez donde empieza a surgir una especie de visión externa de lo que es ser un coreógrafo. En esta obra estoy viendo ya, quién es Óscar Ruvalcaba como coreógrafo y qué lo mueve realmente como artista.
Ante un mundo volcado en la tecnología y la experimentación visual, optas por utilizar pocos elementos en el escenario, ¿por qué?
No creo en la sobrexcitación de los sentidos. Lo que siempre busco es tomar un solo elemento y construirlo como eje para entender el mundo. Se puede entender mucho por verdadera empatía con un objeto, y en este caso es sólo con el cuerpo del bailarín el que te lo permite.
En esta pieza abordas las diferencias y la unidad entre los seres humanos, ¿qué hace único a Óscar Ruvalcaba?
No sabría que responderte a eso porque a veces resulta que tú crees que lo que estás haciendo es perfectamente codificable; entonces lo que me puede mover a veces eso que no entiendo muy bien la estructura de realidad personal y cómo empata con los otros. Esa respuesta la podría dar gente que me observa desde fuera.
¿Cuáles son tus fuentes de inspiración?
La realidad. Me parece tan sorprendente la vida cotidiana. Creo que todos partimos de ahí para generar una reinvención de la realidad.
¿Cuál es el mensaje que quieres transmitir con Folio en blanco?
Más que un mensaje, lo que quiero lograr es que las personas que la vean puedan tener el diálogo tan apasionante y tan exhorto que yo tengo con esta obra, Espero que los espectadores olviden o dejen totalmente el mundo de afuera.
¿Cómo elegiste a los bailarines para esta obra?
Tres bailarines ya tienen mucho tiempo trabajando conmigo: Yazmín Rodríguez, Marcos Sánchez y Saúl Gurrola, y hay un bailarín muy interesante que se está integrando, Acilrac Morelos. Lo que tienen en común es que son personas significativas en el escenario, tienen poder bajo los reflectores y te meten con ellos a su mundo.
La mayoría de tus coreografías se mantienen en el margen de lo íntimo y la implicación del ser humano como persona, esto respaldado en la escenografía e incluso en los pocos intérpretes en escena. Entonces, ¿qué representa para ti ser un coreógrafo tan reconocido en México?
Me pasa como a las bandas indies que de repente se vuelven muy famosas. Cuesta un poco de trabajo po la presión de hacer las cosas en grande, pero también si lo haces sientes que perderías la posibilidad de ser libre. No me reúso a hacer cosas muy grandes pero siempre pienso en regresar a mi espacio íntimo. En este momento necesitaba eso, regresar a lo que no tiene adorno y sin máscaras.
Folio en blanco Teatro de la Ciudad Esperanza Irirs (Donceles 36, Cuauhtémoc). Sáb 30 de julio 8pm.
Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma esq. Campo Marte). Jue 4 de agosto 8pm.