elisa carrillo en auditorio nacional
Foto: Cortesía Edgar Negrete Lira | Elisa Carrillo en Maison México Roma
Foto: Cortesía Edgar Negrete Lira

Elisa Carrillo presenta por última vez Bolero en el Auditorio Nacional

La bailarina y coreógrafa mexicana le dice adiós a su coreografía más retadora.

Mattza Tobón
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La pasión y disciplina han guiado la carrera de Elisa Carrillo, lo que la llevo a ser embajadora de la Cultura de México y la primera acreedora de los tres premios más importantes de la danza: el Prix Benois de la Danse, El Alma de la Danza de Rusia y el Festival Dance Open en San Petersburgo. 

Después de una larga trayectoria y haber cumplido sus logros personales y profesionales sobre el escenario, se despide de las puntillas para ser directora de la Escuela John Cranko en Stuttgart, Alemania, siendo la primera mexicana en tomar este cargo. En lo que su nombramiento llega en 2026, ella seguirá con sus proyectos, uno de ellos -el cual ha sido un gran reto conseguir- es la interpretación de Bolero. Realizará una última vez realización de la pieza en el Auditorio Nacional el 27 de mayo en la gala Elisa y sus amigos.

A propósito de este evento, hablamos con Elisa Carrillo.

¿Qué representa para ti, profesionalmente, interpretar Bolero?

Bolero es una pieza icónica. Es un gran legado de Maurice Béjart, gran coreógrafo que he admirado durante toda mi carrera. No es algo que esté al alcance de cualquier bailarín, muy pocas personas en el mundo han tenido esa oportunidad, haber logrado que me dieron los derechos para presentarlo y, sobre todo, presentarlo en mi país con 40 bailarines mexicanos es un gran honor. Un sueño hecho realidad. Muy emocionante haber tenido esta oportunidad y poder hacerla una última vez en México. 

¿En qué radica la complejidad de la interpretación? ¿Dirías que a nivel técnico es la interpretación más compleja que has realizado?

He presentado muchísimos ballets, cada uno tiene su reto. Esta coreografía antes que nada es poder expresar lo que Maurice quería, tener esa presencia escénica suficiente. Yo estar al nivel de la música de Maurice Ravel, porque es maravillosa y solo con escucharla ya es mágica. Además de todo es hacer que esa música entre a mi cuerpo y pueda salir la fuerza que tiene. Estoy descalza, estoy parada sobre una mesa así que hay que tener gran control sobre a dónde te vas a mover. Además son 14 minutos de no parar de estar moviéndote todo el tiempo, se va desde momentos muy suaves hasta otros que requieren saltar. La música de Ravel repite, así que hay un momento en el que te puedes perder por lo que hay que estar muy concentrada. En cada presentación el reto es sentir lo que la pieza busca transmitir sentirlo y expresarlo por medio de tu cuerpo. 

¿El público puede esperar algo distinto a lo visto en 2022? 

Cada presentación es algo diferente. Tendré a los 40 bailarines, tal vez unos nuevos. Yo misma, cuando una baila algo de nuevo puedes digerir el movimiento y comienzas a buscar nuevos momentos. Hay pasos que a lo mejor antes se sentían muy raros y ahora tu cuerpo ya los tiene más coordinados. Es otra sensación, para mí cada función es maravillosa, cada vez que nos paramos también tenemos otra situación interna, pero no hay nada que con el tiempo, experiencia y edad una va sintiendo y expresando de otra manera. La coreografía es la misma, pero la forma en que la vamos a interpretar va a ser con el antecedente de haberlo hecho en otra ocasión y ahora sacarle más jugo a eso. 

¿Cómo viviste la audición para conseguir los derechos de la obra?

Bueno, tuve que viajar a Suiza. La verdad es que fue muy emocionante desde el momento donde llegué a la compañía donde Béjart creó todo este trabajo, donde estuvieron por muchos años trabajándolo y presentándolo grandes bailarines y poder conocer a todos los maestros a todo el equipo y poder sentir realmente donde caminaba Maurice donde pudo compartir todo lo que tenía por expresarnos. Fue emocionante entrenarme con la comáñía, pero también al momento de trabajar con Gil Roman, director de la compañía en esa época y quien me preparó, él y una de las bailarinas. No importa en qué nivel te encuentras o cuántas cosas has alcanzado y logrado en tu vida, cuando estás ahí sin saber que va a pasar. Yo iba con la mentalidad de que no iba a perder nada, más bien iba a ganar la experiencia de hacerlo y de intentarlo. Fue algo de volver a luchar y trabajar y estar concentrada. Fue una experiencia que claro que me hizo crecer y volver a darte cuenta de lo importante que es dar lo mejor. 

¿Qué es lo que hayas gratificante de enseñar ahora que te retiras de los escenarios? 

Es algo maravilloso y creo que es una parte muy linda la transición de estar en los escenarios y que en algún momento cuando los deje a veces nos preguntamos  qué hace un bailarín y la docencia es parte de las opciones que tenemos. En esta caso sí te puedo decir que estoy en la madurez de mi carrera en la que sí puedo disfrutar esa parte de compartir lo que he aprendido, querer ayudar a nuevas generaciones, así como en algún momento algún bailarín y bailarina lo hizo conmigo. Es emocionante saber que ahora voy a poder hacerlo. Sobretodo en una escuela que es una de las más prestigiosas de todo el mundo, que prepara a las estrellas de las compañías alrededor de todo el mundo y que además yo vengo de la compañía de ballet de Stuttgart y esa escuela es maravillosa.

Es un gran privilegio, pero también un gran reto porque tendré que adaptar toda mi agenda. Es poco a poco ir dejando algunos proyectos, yéndome a la parte de la docencia que sucederá hasta el año que viene y de esa manera las cosas se irán acomodando para que el día que ya no vaya  a pisar el escenario como bailarina, sea  de una manera muy suave y con mucha alegría, pero bueno, aún falta un poco para ese día, ahorita me estoy preparando para lo que viene. El día que me retire de los escenarios va a ser maravilloso saber que ya estoy en otra parte, y muy importante, dentro de la danza.

Auditorio Nacional. Reforma 50, Polanco. Mar 27, 8:30pm. $450-$3,500. 

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