Con cuerdas gruesas colgadas de la pared, los maestros imparten la clase de yoga iyengar, una técnica que ayuda a alinear los huesos y articulaciones. Algunos ejercicios se hacen en suspensión, por lo que los alumnos deben seguir las indicaciones al pie de la letra para no causar accidentes.
La práctica es arriesgada, sin embargo, no deja de ser atractiva y funcional: mientras consigues levantar tu peso, corriges la postura. Otras actividades se hacen sobre un tapete; 15 posturas, con nombres impronunciables, integran la rutina de relajación, por ejemplo: Parsvotanasana, disminuye la rigidez y abona a la flexibilidad; Vrksasana, mejor conocida como postura del árbol, tonifica las piernas y deja una sensación de serenidad, tan sólo con alzar un pie; y Chaturanga Danda Sana, la más complicada, fortalece los brazos, manos y abdomen, el reto es mantener al cuerpo horizontalmente el mayor tiempo posible, para que te lo imagines, es más o menos como hacer lagartijas.