Día 1 (Ilustración: Diego Martínez)
Ilustración: Diego Martínez

Comienzo la semana con optimismo: ¿qué tan difícil puede ser comer sin pagar? Sin embargo, mientras las horas pasan, mi estómago comienza a manifestar su enojo. Me descubro pensando en todo lo que podría comer si llevara mi cartera: desde un sencillo tamal hasta un desayuno de campeones en todos los negocios por los que camino.

Para el mediodía, mi hambre me nubla todo el pensamiento, así que decido comenzar mi misión: buscar comida en buen estado sin gastar un solo peso. Según la página oficial del freeganismo, los mercados son una opción muy generosa y nutritiva.

Entro al mercado 1ro de diciembre, mejor conocido como Mercado de Uxmal, en la Narvarte. Les pregunto a las marchantas que si no tendrán una fruta descartada que me regalen. Todas me miran de arriba abajo: pobre y desnutrido, no me veo.

Sin embargo, me hacen prometer que “a la otra” sí les compraré, y me remiten a una caja que tienen aparte: son jitomates, peras, plátanos y guayabas medio deformes y de color opaco. Me aseguran que están en buen estado, nada más que sus clientes los descartan por “feítos”. Esa fruta, y las de todos los mercados, termina casi siempre en manos de asociaciones para gente necesitada. Tomo sólo lo que me puedo comer en un día, muerdo una pera que en efecto sabe a pera, agradezco a las marchantas, y me voy.

Comer gratis en el DF

Retamos a un colaborador a dejar la cartera en su casa cinco días para convertirse al freeganismo. ¿Sobrevivió?

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La necesidad más básica del ser humano, después de respirar, es comer. En  tiempos antiquísimos, bastaba con estirar la mano hacia el árbol más cercano y tomar una manzana, pero varios siglos, millones de personas y sistemas económicos después, el asunto se ha complicado. Una de las respuestas más recientes al sistema capitalista es el freeganismo, término que combina la palabra "free" (gratis) y "vegan" (vegano).

El término apareció en la década de 1990, aunque tuvo sus inicios en los diggers (excavadores) de San Francisco de los años sesenta. Actualmente tiene seguidores en todo el mundo, incluido México. El movimiento se basa en tomar y consumir cualquier alimento que ha sido descartado por otros, y, aunque no necesariamente tienes que ser vegano, la mayor parte de los que siguen este movimiento lo son.

Como los freegans no usan dinero, y por lo mismo, se salen del sagrado ciclo capitalista de la oferta y la demanda, han sido considerado como un movimiento "anti-consumista".

Muchos lectores estarán pensando: ¿qué no hacen eso los pepenadores? Puede que tengan razón, después de todo, el freeganismo nació en países de primer mundo, en donde las reglas de administración de la basura son diferentes a las de los países "en vías de desarrollo".

¿Cómo ser un verdadero freegan? Checa el slideshow de arriba para enterarte de algunas estrategias viables en el DF.

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