Descubre las loncherías, las mejores tortas ahogadas y chiles en nogada en la Ciudad de México.

Publicidad
Comida mexicana en la CDMX
La hermana menor de La Poblanita, que sí está en Tacubaya (1947), ya tiene casi una década deleitando los paladares de los colonos con especialidades mexicanas. Entre semana tiene un toque godínez que los sábados y domingos se convierte en ambiente 100% familiar. Aparte de caldos de gallina, variedad de moles, guisados y otras especialidades, hay menús para tu próxima fiesta. ¿Lo mejor? La temporada de chiles en nogada empieza desde el Día del Padre. Es buena opción para llevar al amigo extranjero y consentirlo sin gastar mucho, mientras Diego Rivera, Frida Kahlo, Benito Juárez, Miguel Hidalgo ¡y hasta Luis Miguel! los observan desde un mural.
Antojitos de la Huasteca en un rincón de la Roma, así llega Maíz de Cacao con una carta destinada a saborearse desde su lectura. Se asumen también como un centro de investigación y degustación del maíz y del cacao con el objetivo de llevar conciencia a través del paladar.
Las mesas son para compartir y en la cocina abierta, Chá y el resto del equipo se asoman entre ollas y comales de barro. Nixtamalizan, muelen y preparan las tortillas con maíz criollo, incluso me tocó ver cómo pelaban el cacao.
Al inicio llegaron unos esquites con chile seco y ajonjolí, montaña de tiernos granos y queso fresco con el picor que vigoriza a la lengua. De la sección tamalera agarré el chokotamali. Un tamal de maíz con trozos de nuez y canela que me recordaron a la calidez de una posada, con relleno de chocolate amargo para rematar la dulzura con fortaleza.
El cacao líquido para deleite de los amantes de este ingrediente: anatolia con agua; el chiste es pedirlo sin endulzar para agarrar todo su amargor y disfrutar las partes troceadas al fondo de la taza.
Doña Julia, una de las cocineras, nos dijo que uno no puede estar de malas porque el comal no jala, y así de sincera se siente la comida: es remembranza y tradición a bocados.
Publicidad
En lo personal, no hay nada más provocador que el sonido que emite el chicharrón después de rociarle unas gotas de limón. Caminando por el pasillo verás esta delicia en grandes cantidades en una vitrina y bajo el calor de los focos; de inmediato sabes que este establecimiento es uno de los mejores en carnitas de la Central de Abasto.
La carne maciza y surtida reposa también a la vista mientras unos taqueros cortan más y otros pican cebolla. Probé el taco de buche, porque es en este tipo carne en donde puedes conocer la calidad de la carne y el cocimiento. Los sirven en doble tortilla, de tamaño tradicional para las carnitas que es un poco más grande que la tortilla taquera que acostumbramos en la CDMX, hechas ahí mismo con una máquina tortilladora. La carne estaba muy suavecita y poco grasosa, aunque con el debido sabor exquisito a manteca. Después del buche entró El Pinzán en mi lista de lugares favoritos para comer carnitas, luego descubrí que la carne no estaba seca y volví a palomear mi lista.
En la mesa te preparas tus tacos con cebolla, cilantro, salsa roja y amarilla; como tú lo quieras. Aunque vayas sin hambre, sin duda podrás pasar a El Pinzán por un taquito de carnitas, y unos 20 pesos de chicharrón para llevar. Te recomendamos los mejores lugares para comer en la CEDA.
Un restaurante típico de barbacoa, que trae todos sus insumos desde Tulancingo, Hidalgo. El lugar está forrado por dentro de madera, justo como sus símiles en dicho estado. De sazón, ni se diga. La carne y el consomé salen de entre pencas, en la cocina cercana a la puerta. Sabe exactamente a la que se sirve en pueblitos de la Huasteca de dicho estado.
Aunque todo gira alrededor de la barbacoa, que venden por kilo para llevar o en tacos, también tienen carnitas, flautas, tacos de panza, cabeza de borrego, órdenes de hígado, sopes, quesadillas de sesos o huitlacoche, frijoles aztecas, así como platos rancheros con aguacate, nopalitos, queso de rancho y chicharrón. Hay chinicuiles, escamoles, gusanos de maguey, mixiotes y hasta curados de pulque.
Sea lo que sea de lo que tengas antojo, sin duda debes probar su especialidad en tacos. Llegan a la mesa cubiertos por una manta de tela, para que no se enfríen, y acompañados de cebolla, cilantro y salsa picante verde o roja. La acompañante de cajón es una cerveza bien fría, pero sin duda puedes elegir también un café de olla o un agua fresca.
Otra cosa importante. Debido a que los dueños respetan el concepto de comer barbacoa como en Hidalgo, solo abren sábados y domingos.
Publicidad
La cocina mexicana está en boga quizá porque ahora forma parte del patrimonio inmaterial de la humanidad. Basta una lectura rápida de cualquier guía turística sobre el DF para saber que uno de los lugares que más recomiendan visitar para descubrir los sabores del país es el Café de Tacuba, que acaba de cumplir cien años de vida. La casona es del siglo XVII con techos altos sostenidos por vigas de madera, decorado con candelabros y mosaicos tipo talavera, cuadros de arcángeles y ambientación musical que corre a cargo de una estudiantina ambulante. El menú bilingüe proporciona diversión garantizada especialmente al llegar a los machitos fritos, traducidos como fried machitos. Lo realmente divertido es que la guajolota no tiene traducción ni vergüenza.
Después de servirme un agua de sandía, la mesera con uniforme blanco e inmenso moño en la cabeza, me sugiere probar un poco de todo y ese platillo se llama cuatro cositas (four little things, baby). Frijoles refritos, guacamole, arroz con menudencias, un tamal en salsa verde o chile relleno (a escoger), un taquito dorado y una probadita de la estrella del menú, la enchilada tacuba: tortilla rellena de pollo tierno bañada con salsa poblana cremosa y queso derretido que causa adicción instantánea. Ovación de pie se lleva el guacamole pensado para paladares que no comen picante.
En los postres aparecen los dulces típicos además del pastel de limón glaseado color verde radioactivo que se encuentra en el refrigerador de la entrada,...
En esta taquería todo —literalmente toda la carta— lleva trompo de sirloin. Luego de su enorme éxito en la Del Valle, acaban de estrenar un segundo local mucho más grande y cómodo en la Juárez, el cual cuenta con una aireada terraza hacia la calle.
El origen de su popularidad es tan simple como una gran receta de la carne, pues tiene tan buen sazón que no se extraña otro tipo de taco. Lo más icónico de este lugar es el Taco Especial, que consta de una montaña de 150 gramos de top sirloin con tortillas de maíz, o bien su versión con queso fundido por encima. De ahí continúa el despliegue de la gama de platos de taquería con base en esta carne: quesadilla, volcán, taco árabe, costras, cuerno de chicharrón, baguettes etc.
Sin embargo, mi favorito fue el taco güero. Un chile güero relleno de, pues qué mas, sirloin y queso gouda. Para beber hay aguas de la casa, chela (micheladas o clamatos para más placer) y hasta cerveza artesanal o un carajillo. Quizás la carta peca de no ofrecer más opciones para vegetarianos, ya que solo hay volcanes o tacos de queso con champiñones.
Tip: Si quieres consentir a toda la familia, puedes comprar el sirloin ya preparado por kilo.
Te recomendamos: 5 Nuevas taquerías en la CDMX
Publicidad
La chef Gaby Ruiz (Carmela y Sal, Carmela DeMorada) se alió con las cafeterías Cielito Querido para crear un nuevo concepto justo frente al famoso Poliforum Siqueiros. Esta bella esquina de techos altísimos y terraza exterior comienza a ser descubierta por los oficinistas de la zona. El menú se amplió con desayunos y platos de comida apapachadora de las comidas corridas, como unas albóndigas, sopa de la milpa o ensalada de nopales, pero donde no falta el sello de la chef tabasqueña. Para el after office, hay una carta de coctelería donde casi todos los tragos llevan café.
También lee: Cafeterías con talleres de arte
Llegué a la hora de comer, así que me fui directo hacia la torta ahogada de brisket, con cebolla morada encurtida y kimchi casero. Ojo, si estás esperando una torta súper picosa como las tapatías, aquí el grado de picante es ligero. A su lado pedí también una sustanciosa ensalada mexicana con lechuga, elote amarillo, frijoles, tortilla frita y quesillo.
La carta contempla varias opciones vegetarianas, de las cuales te puedo recomendar el sope de lentejas ahumadas con salsita encacahuatada y trozos de plátano macho frito. Pero de lo que tenemos que hablar seriamente es del postre: el tamal de taro acompañado de un café o una horchata caliente (si eres dulcero) te van a hacer la tarde. No es sorpresa que me confirmaran que este tamal, con la masa súper esponjosa, coronada con crema montada y bolitas de tapioca de jerez, sea el más pedido de la carta, junto con...
Cocina justa e ingredientes de la madre naturaleza, una suma de elementos que componen el trabajo del chef Othón Gayosso en Comal de Piedra. Bajo la valoración de la comida mexicana contemporánea, este chef originario de la sierra norte de Puebla retoma los sabores del Valle de México y los eleva a la décima potencia tanto en degustación como presentación.
Vivimos tan abrumados en el mundo de las bebidas maquilladas en azúcar, que encontrar el balance ideal del trago artesanal parece un buen reto. Por suerte Comal de Piedra lo logró y formó cocteles que nos transportan a la era prehispánica: están el nool (abuelo en maya) con ron y notas dulces gracias al jugo de durazno; o el que lleva el nombre del lugar, un elixir oscuro hecho con carbón activado, mezcal, jugo de piña (misma que se tatema), jarabe de canela y sal negra.
Basta echarle una ojeada el menú para notar que lo mexicano está más que presente: echalote, huitlacoche, maíz criollo, frijol, queso cotija y camote asomados ante una historia culinaria de raíces. El clímax llega con un sorprendente taco de lengua cocida al alto vacío y salsa martajada sobre tortilla hecha a mano; puede seguirle una suave sopa de frijol con milpa que acentúa el elotito asado.
Entre los platillos fuertes hay un short rib braseado en cerveza (a veces es pale ale, en otras jagger) con huevo pochado al centro y muy bien acomodado en una cama de lentejas: el equilibrio más atinado de los sabores arrebatadores. Para irse tranquilo en la zona...
Publicidad
El salón con su decoración en colores mediterráneos (entre ocre y rojo quemado), aunado a lo espacioso y luminoso del lugar y la solemnidad del despliegue en la mesa te hacen intuirlo: este es un espacio para adultos. En serio, es una gran experiencia culinaria.
Guy Santoro, chef ejecutivo de Almara, tiene todas las tablas –desempeñó el mismo puesto en el Hotel Presidente InterContinental Polanco y en el St. Regis México– y cada uno de los platos de este nuevo proyecto lo demuestra.
Almara juega con la palabra almazara –la maquinaria con la que se extrae el aceite de oliva– y con ese pequeño guiño anuncia la línea de sabores: este lugar, por sus palabras, es comida “mexi-terránea”.
Como toda experiencia gastronómica, el recuerdo empieza con el espacio y el servicio. En este sitio, muy de empresarios y ejecutivos, la atención es solemne, seria y con genuina disposición. Con este buen sabor de boca y un vino blanco mexicano en la mano, empezó el recorrido por los sabores de esta cocina de ingredientes nacionales y preparaciones italianas y francesas, según lo que probé en esta ocasión.
En Almara cada plato tiene un mensaje que transmitir y lo hace con claridad. Los sabores son contundentes e interesantes y, cuando tienen que serlo, discretos. La tártara de atún, por poner un ejemplo crudo, es un plato que hemos visto en miles de restaurantes, sin embargo, la frescura y la delicadeza con la que surge cada integrante es cosa seria. Poco a poco sabe la quinoa y el jengibre,...
La cocina mexicana se la toman muy en serio en esta taquería de Coyoacán, el olor a parrilla y a tortillas comaleadas te llenan de inmediato la nariz.
Puedes probar unas calabacitas rellenas de chile poblano en una salsa de pulque o unos tacos de chorizo verde de sabor artesanal. Pero, una de sus especialidades son los gusanos de maguey y los chapulines, aquí los saben preparar así que no puedes dejar de probarlos.
Están los chinicuiles, que son los gusanos de maguey rojos, o los meocuiles, que son blancos. Los acompañan con un guacamole fresco, totopos y unas tortillas recién hechas.
Pregunta si tienen jabalí o venado, pues también son otras de las especialidades de esta cocina típica mexicana.
También te puede gustar
También te puede gustar
Discover Time Out original video
Publicidad