Desde cantinas clásicas en el Centro, hasta cantinas modernas en Polanco, la Condesa y la Roma, la ciudad tiene muchos espacios para precopear y botanear a gusto.
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Cantinas en la ciudad
Su nombre embona a la perfección con la ambientación del lugar. Ideado bajo el concepto de fachada de tienda de pueblo, este espacio recibe a sus visitantes con mostradores que exhiben papillas para bebé, jabones Zote y paquetes de bicarbonato de sodio, mientras que una de las repisas del anaquel presenta productos como refrescos en botella de vidrio y triangulitos de Boing que se encuentran a la venta.
Pareciera una cantina de esas que llevan en su sitio ya varios años, un lugar de tradición de la Roma, como podría ser La embajada Jarocha o El Covadonga… pero no. Lo que pasa es que lo hicieron bien. Hallaron una esquina que pareciera discreta, casi aleatoria, a pesar de que esa acera de Orizaba se ha llenado de barecitos de pocas mesas para el mismo tipo de público: el habitante desenfadado de la Roma.
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Para los amantes de la cerveza de barril, la historia, y la buena charla, nada más preciso que el Salón Corona. Hoy, esta cervecería “casi mítica” se ha convertido en el epicentro de tertulias, de discusiones acaloradas, y por qué no, también de los chismes sin sentido. Aquí se concentran artistas, diseñadores, periodistas, músicos, oficinistas y cualquier otro tipo de oficio y profesión, es un lugar plural donde todos caben.
Durante décadas fue una apacible cantina cuyos clientes se dedicaron a envejecer al tiempo que bebían y jugaban dominó. Pero algo pasó a principios de los dosmiles. Una cada vez más nutrida banda de escritores, cineastas, artistas plásticos, diseñadores, arquitectos, periodistas, bellas modelos extranjeras y personajes afines, fueron arrinconando a los parroquianos originales, y por esa costumbre informal de beber antes del fin de semana, se instauraron los “jueves de Covadonga”.
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Es un museo taurino pero no tiene nada que ver con la matanza de toros. “Faena” del latín “facienda” que significa “cosas que hay que hacer” nos deja en claro que una cosa que hay que hacer es visitar esta cantina-museo taurino que junto con El Bar Mancera -a sólo una puerta de distancia- son consideradas dos de las cantinas más antiguas y tradicionales del Centro Histórico de la Ciudad de México.
No es sólo un nombre, este restaurante-bar realmente tiene doble personalidad: algunos lo conocen como La Bipo, otros simplemente como La B; muchos la recuerdan por su ambiente de cantina del piso inferior mientras que muchos otros la recordarán bien por el ambiente más antrero del piso de arriba. Sea como sea, este recinto propiedad del actor Diego Luna, es el consentido de muchos sureños. El concepto es de cantina antigua del Centro, pero definitivamente no es igual a las demás.
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