Evita que te agarren de bajada en la calle, el taller o la carnicería con el Diplomado de Albures Finos que organiza el Centro de Estudios Tepiteños, en el corazón del barrio bravo.
Durante ocho horas –cuatro sesiones de dos horas cada una los dos últimos martes de agosto y los dos primeros de septiembre– Lourdes "la Verdolaga Enmascarada" Ruíz Baltazar buscará reivindicar el albur como esencia de lo mexicano y acercar a los asistentes a los barrios populares.
El interés de los asistentes define el contenido, por lo que ninguno es igual. Al final se recibe una constancia de participación.
Alfonso Hernández, cronista y hojalatero social que participa en este diplomado, explica que no se trata de un sketch o guerra de chistes, sino de conocer la historia de este juego de palabras y desentrañar significados.
"Alburear es hablar plenamente a sabiendas de estar transgrediendo el orden establecido, pues el que esté libre de frustraciones o malos pensamientos que arroje la primera metáfora en torno al culo, las nalgas, el coño y la verga", explica Hernández.
"Alburear –reflexiona– es aprender a liberar la insolencia albergada en la prisión de las ideas fijas, las normas impuestas, los autoengaños académicos y la vanidad discursiva en los espacios privados de la sociedad de alto pedorraje. Para saber qué pitos tocas, el albur se vale de palabras templadas a altas temperaturas, que lo convierten en un amuleto imantado con fertilidad discursiva hasta para practicar la hotelofilia. Por lo que hay que atreverse a decir las cosas aunque se tenga que pagar el costo emocional del desahogo".