Roma de Alfonso Cuarón rumbo al Óscar 2019

Una historia sumamente personal y que explora temas más allá de la simple narrativa podría traerle a Cuarón su tercera nominación en la categoría.

Antes nominado como guionista por Niños del hombre (2006) o Y tu mamá también (2001), es evidente que el atractivo de Cuarón respecto a la academia proviene de sus películas con temas sociales, mismos que abundan en esta película pero desde una perspectiva más personal.

Alfonso Cuarón podría conseguir un segundo galardón como director, aunque hay elementos en su contra. Después de una racha —que lo incluye— de directores mexicanos alzándose con el premio, no podemos dejar pasar el hecho de que Spike Lee viene renovado con El infiltrado del KKKlan.

En un año de elecciones intermedias en Estados Unidos y después de haber causado revuelo en el pasado Festival de Cannes, el director afroamericano podría arrebatarle el premio a Cuarón al representar intereses políticos y sociales más específicos o cercanos a los votantes y el público a la situación que se vive durante la era Trump.

Quizá una de las categorías que podrían sacar ámpula, pero una segura nominación.

Se ha mencionado y discutido si Cuarón realmente fungió como cinefotógrafo ya que Galo Olivares —acreditado como operador de cámara— es quien se rumora realmente hizo el labor. No obstante, con sus travellings impecables y la prístina imagen en blanco y negro, esta será una categoría en la que la estatuilla podría hacerse presente.

Lugar al que va, lugar en el que se llena de elogios Yalitza Aparicio. En el personaje de Cléo, la actriz no solo se roba los reflectores de la película sino que, por sus orígenes indígenas, cumple con uno de  los requisitos que la academia parece buscar en términos de inclusión.

Con esto no se resta mérito a su trabajo, en el que logra capturar con delicadeza y compasión el viaje emocional de una mujer que habita y padece una realidad a la que no pertenece de origen.

El sonido es esencial en Roma, desde la insistencia
de los aviones sobrevolando las azoteas, el sonido de
los radios y las televisiones, recordándonos cómo se escuchaba la Ciudad de México en los setenta, hasta las poderosas olas del mar y el furioso fuego de un incendio.

No hay un alfiler que caiga y no se escuche significando algo del pasado al que Cuarón busca devolvernos.

A cargo de Eugenio Caballero, ya antes ganador del Óscar por su trabajo con Guillermo del Toro en El Laberinto del Fauno (2006), la atención al detalle en Roma raya en lo obsesivo.

La recreación de la época y el empeño por reconstruir avenidas completas es reminiscente a lo que un grande como Fellini conseguía desde los legendarios estudios Cinecittá.

Marina de Tavira es una veterana del teatro en México y su actuación como la Sofía nos deja claro que es el papel por el que la pantalla grande la estaba esperando.

Sutil en sus emociones y poderosa en la neurosis que atraviesa su personaje al tener que hacerse cargo de la familia, se trata de un papel que parece inimaginable en manos de alguien más.

Quizá la categoría más cantada y con mayores probabilidades. El antecedente de Cuarón en los Premios de la Academia y el ruido que se ha generado alrededor del mundo son un indicador de que estamos ante una inminente nominación, aunque con posibles contendientes como Guerra fría (Pawel Pawlikowski, 2018) o Pájaros de verano (Cristina Gallego, Ciro Guerra, 2018), el galardón no está asegurado.