Reseña: Anora

Sean Baker ha destacado como cineasta por sus cuadros tan reales como respetuosos de las comunidades marginadas. Pareciera ya un cliché, un artista que toma la miseria como inspiración. Pero lo que hace Baker va mucho más allá. Con cintas como El Proyecto Florida o Tangerine retrató a sus protagonistas con un amor que pareciera inacabable. Ve a sus personajes con cariño y empatía, se acerca a ellos entendiendo sus razones sin justificar sus errores. Ahora, con Anora, nos cuenta la historia de una joven que trabaja en un club de striptease donde conoce al hijo de un millonario ruso que se enamora de ella. 

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¿De qué trata Anora? 

De inicio vemos el club, cómo se mueve todo. Baker nos enseña a Anora (que prefiere que le digan Ani) buscando clientes, ofreciendo bailes. La muestra como una trabajadora esforzada e incluso, posteriormente, consciente de la precariedad laboral, al reclamar a su empleador por no darle seguridad social, o porque el dj la acosa a ella y sus compañeras. Si hay algo que no es Ani, es “agachona”. 

Un día llega un cliente que habla ruso y le piden bailar para él ya que es la única que entiende el idioma. Aunque se queja de inicio, pues está en su hora de comida, acaba accediendo. Resulta que el cliente tiene mucho dinero para gastar, y los encantos y talento de Ani lo hacen encapricharse con ella. Vuelve más de una vez al club e incluso le pide ir a su casa para tener relaciones sexuales (pagadas y con buena propina). Esto provoca que él le pida matrimonio, petición que Anora ve con escepticismo de inició pero que al firmar los papeles, recibe con mucha alegría, su vida estaba resuelta.

Desde aquí la familia de Ivan, el nuevo esposo de Ani, se esforzará por invalidar este matrimonio.

¿Qué puedes esperar? 

Si esperabas un drama trágico, es que no has visto el cine de Baker. Lejos de la pornomisería, él nos regala auténticos momentos de alegría y risas locas, como cuando Ani pelea con los guardaespaldas de la familia de Ivan. Se le ve aguerrida, los diálogos se sienten no sólo auténticos sino fluidos. Sí, así se expresaría alguien como ella. Y es que Anora es un personaje tan entrañable como honesto, en parte gracias a ese guión, pero también a quien la interpreta, Mikey Madison. 

Una de las primeras funciones al público después de que ganara su Palma de Oro en Cannes fue justamente a trabajadoras sexuales y bailarinas eróticas en Nueva York. Una muestra del empeño de Baker y Madison de realmente reflejar a una comunidad (aprende algo Emilia Pérez). 

En los últimos 30 minutos de la cinta tenía una queja, que a diferencia de otras obras del director, no encontrábamos esa ventana al mundo interior de los personajes, que sí se ve en algo como El Proyecto Florida, pero al igual que en esta película sobre infancias e inocencia, en Anora es en la escena final que todo se resuelve, y donde muchos, incluyendome, tiramos más de una lágrima.

Sería ocioso decir que Anora es la mejor película de Sean Baker (el cineasta estadounidense más propositivo de hoy) porque no hace falta ponerla a competir con las otras. Es bellísima por sí sola.

Dir. Sean Baker. Estados Unidos, 2024. Con Mikey Madison, Yura Borisov y Karren Karagulian. 

Estreno 16 de enero. 

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