Héctor es un popular conductor de televisión que está harto de la fama, porque no le ha dado lo que quería. Cuando su exesposa fallece, encuentra la manera de desaparecer, dejando todo atrás con excelentes resultados. Pero la vida hará que se reencuentre con su hija ,a quien abandonó hace mucho tiempo. Esta es la historia de Los días que no estuve, nueva producción de Videocine que se estrenó exclusivamente en la plataforma Blim.
El filme es la ópera prima de Samuel Ríos Y Valles, quien le da la oportunidad a Martín Altomaro de interpretar un personaje distinto al que nos tiene acostumbrados. Para conocer más sobre esta cinta, platicamos con el cineasta y la actriz Ana Valeria Becerril, una de las protagonistas, sobre el rodaje de este filme.
La idea de dejar todo lo que tenemos y empezar de cero en otro lugar es algo que muchos hemos pensado. ¿Cómo haces que esta idea funcione para que sea el eje central del filme?
Samuel Ríos Y Valles: Es un sentimiento universal y la forma que encontré para llevarla fue dándole al personaje razones fuertes. Las emociones fuertes hacen que una película sea entrañable. El abandono de una hija es algo que te deja marcado de por vida, entonces ese reencuentro, más la muerte del amor de su vida y la confusión de su vida laboral. Todas esas cosas son para darle una sensación de entendimiento, para que el público acepte que es momento de dejarlo todo y buscar un camino nuevo.
Ana Valeria, ¿cómo lograste crear con Martín Altomaro una dinámica de padre e hija auténtica?
Ana Valeria Becerril: Lo que más ayudó fue la dirección de actores de Samuel, ya que lo tenía claro todo en su mente. Todo el crew llegó a San Agustinillo antes de comenzar a rodar, y eso provocó que empezáramos a trabajar en nuestras relaciones, para que en el rodaje sintiéramos que estábamos conectados todos. Iniciamos con el texto para sacarle todo lo que podíamos y un día Samuel le nos dijo a Martin y a mí que nos contáramos un secreto que nadie más supiera, solo nosotros dos. Además hay situaciones cotidianas que nos ayudaron a crear el vínculo; por ejemplo, él es muy fan de U2 y yo crecí escuchándolos, porque mis papás lo conocían de toda la vida, entonces eso hizo que amaramos lo mismo de manera distinta.
Ana Valeria, ¿cómo lograste crear con Martín una dinámica de padre e hija auténtica?
Ana Valeria Becerril: Lo que más ayudó fue la dirección de actores de Samuel, ya que lo tenía claro todo en su mente. Todo el crew llegó a San Agustinillo antes de comenzar a rodar, lo que hizo que empezáramos a trabajar en nuestras relaciones para que en el rodaje sintiéramos que estábamos conectados todos. Empezamos con el texto para sacarle todo lo que podíamos y un día Samuel le nos dijo a Martin y a mí que nos contáramos un secreto que nadie más supiera, solo nosotros dos. Situaciones nos ayudaron a crear el vínculo por ejemplo, él es muy fan de U2 y yo crecí escuchándolos porque mis papás lo conocían de toda la vida, entonces eso hizo que amaramos lo mismo de manera distinta.
En México, el género del dramedy en el cine no suele funcionar de la manera correcta. No es tu caso. ¿Cómo lo lograste?
Samuel Ríos Y Valles: El dramedy está justo en un punto medio entre un melodrama y una comedia y es muy tentador o fácil irte de un lado al otro y te das cuenta desde la escritura del guion; en mi caso, había momentos en que decía “esto ya está muy triste, hagamos otra cosa”. Es encontrar el balance; si ya tenemos algo fuerte, busquemos una situación o personaje que haga más ligero todo. Es de mucho cuidado porque con un pequeño error dejas todo de un lado y no queda el resultado que buscabas.
Dicen que trabajar en el mar es bastante complicado y el 80% de la película se desarrolla en la playa, ¿fue difícil o todo lo contrario?
Ana Valeria Becerril: Samuel se rompió el pie el primer día del rodaje.
Samuel Ríos Y Valles: Tiene su parte difícil porque el calor y la arena no son tus amigos, pero la pasábamos muy bien. Los llamados en el cine tienen ciertos horarios de los cuales no te puedes pasar, por lo que era frecuente que al terminar todos decíamos: pues vamos por un mezcal, y como estábamos ahí... No es como cuando filmas en tu CDMX y te vas a tu casa. Al final nos convertimos en una familia y eso fue fantástico.
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