¿Qué podríamos decir de la vida de Selena que no sepamos? Nos sabemos sus canciones a la perfección, que por casi 30 años han musicalizado bodas, bautizos, cumpleaños y bares; cualquier fiesta que esté pasando por mal momento puede convertirse en un pachangón con solo tocar “Techno Cumbia” o “Bidi Bidi Bom Bom”. Los pasos de baile de Selena se convirtieron en movimientos icónicos, y ella contaba con una voz potente, que endulza los oídos de todos; diseñó su propia línea de ropa y se convirtió en una poderosa empresaria, sin olvidar la importancia cultural que tiene: se convirtió la bandera latina, representando a miles de Latinos en Estados Unidos y en el puente que unió a Latinoamérica con el país del norte. La reina del Tex Mex eliminó las fronteras.
Después del trágico final de su carrera en 1995, era imposible no llevar su historia a la pantalla grande; en 1997 llegó a las salas de cine Selena, dirigida por Gregory Nava y protagonizada por Jennifer Lopez (que la llevó al estrellado), o más reciente la serie El secreto de Selena, la adaptación de la investigación que hizo María Celeste sobre la Reina del Tex Mex, que no tuvo apoyo de la familia Quintanilla. Así que, cuando se anunció que Netflix presentaría Selena, la serie, en la que estaba involucrada la familia Quintanilla, nos emocionó mucho.
Dividida en 20 capítulos y dirigida por Hiromi Kamata y Katina Medina Mora, Selena: la serie estrenó su primera parte el 4 de diciembre de 2020 y su segunda entrega el 4 de mayo de 2021. Protagonizada por Christian Serratos como Selena, Gabriel Chavarría como A.B. Quintanilla y Ricardo Chavira como Abraham Quintanilla, nos llevan de viaje por la vida de la cantante, desde los ensayos en casa cuando era niña, hasta su asesinato.
A diferencia de lo que esperaba, esta serie se convirtió en un show de propaganda para enaltecer a la familia Quintanilla, que son parte esencial en la vida y carrera de Selena; pareciera que usan la memoria de la cantante como trampolín. Es claro que la carrera de la cantante no se construyó sola, y que el apoyo de su familia fue vital para su consolidación, pero aquí parece que solo ellos trabajaron fuerte para que ella se convirtiera en famosa. Incluso, una lectura de la serie sin duda es que los Quintanilla exprimieron a Selena hasta más no poder.
Desde los primeros capítulos vemos que la idea de Abraham Quintanilla era que sus hijos hicieran una banda, capricho para aliviar su frustración del poco éxito que obtuvo con su banda Los Dinos, durante los sesenta. La serie muestra la actitud machista, manipuladora y mandona del padre de Selena, que prefirió sacrificar la vida de sus hijos, usándolos como empleados de una empresa que les arrebató su vida; Selena y los Dinos se convirtieron en la cárcel de niños que querían jugar, de adolescentes que querían salir al cine y divertirse con amigos. Por qué debemos aplaudir que un hombre posesivo y berrinchudo se atreva a mostrar como abusó de sus hijos para volverlos famosos.
Por otro lado, esta serie le da más protagonismo a los hermanos de Selena, Los Dinos; A.B. Quintanilla, la mente detrás de la producción de las canciones ,y Suzette Quintanilla, baterista y con algunas tareas de administración. El problema de la serie no es que le hayan dado más importancia a otros personajes, ya que muestran el trabajo duro en equipo, pero ¿era necesario olvidarse de La Reina del Tex Mex?
Los diferentes personajes de la familia Quintanilla tienen matices, contrastes, sus historias tienen un trasfondo que te hacen empatizar con ellos, pero ¿Selena y su madre? Marcella Quinanilla (Seidy Lopez), las dos son totalmente ignoradas; solo funcionan como un mueble que hace juego con la casa. Por otro lado, Selena (una desperdiciada Christian Serratos) es retratada como una mujer hueca que solo le interesa hacer diseños de ropa y su novio, a la que no le importa los sacrificios de sus hermanos, y solo se preocupa por su propio beneficio. Lo bueno es que Selena, la serie quería horrar el talento para bailar y cantar, y el carisma de la intérprete de “Como la flor”.
Foto: Cortesía Netflix.
Selena: la serie está basada en hechos reales, obviamente tendrá muchas inconsistencias y tiene la visión de quien la cuenta. Pero más allá de eso, la calidad del producto es pésima. Es muy triste ver que Netflix puede presentar shows como Luis Miguel, la serie (que actualmente transmite su segunda temporada), que no tienen los guiones más brillantes ni las actuaciones más espectaculares, pero se nota la inversión en la producción, y por otro lado permitió que la bio serie de Selena parezca un ensayo de actores amateur que están por estrenar una obra.
Esto, sin dejar a un lado el guion, que cada capítulo recurre a lugares comunes para contar cosas que tal vez pasaron; pero que se sienten falsas como una niña buscando a Suzette después de un show (dando a entender que Selena no era la única persona de la banda que inspiraba) o el innecesario momento en el que Beyoncé la reconoce en la calle, dando a entender que la iluminó, cuando en la escena musical existían iconos afroamericanos como Whitney Houston o Prince. Sin mencionar al personaje de Yolanda (Natasha Perez), que parece literalmente un payaso, un villano de caricatura que se sobra las manos y alza las cejas antes de cometer una maldad.
Al ser todo un icono pop noventero, llevar la vida de Selena a cualquier producto audiovisual es difícil y no tendrá contentos a todos; ni a los fans, ni a los críticos, pero el problema de Selena: la serie se siente como un tributo al ego de su padre, Abraham Quintanilla, que es solo el reflejo a la obsesión de muchos padres por sacar beneficios de sus hijos, sin importar los sueños que tengan o lo cansados que estén; recordemos el documental Amy sobre Amy Winehouse o el movimiento #FreeBritney. Sin duda, el show debió llamarse Los Quintanilla, la serie, y tal vez los fans no estuvieran tan molestos.