Las 20 mejores películas de 2016

Un Chullachaqui es un cascarón de hombre; un vagabundo sin recuerdos, en el tiempo sin tiempo. En eso se convirtió Karamatake, el último sobreviviente de un pueblo amazónico que decidió aislarse en la selva. Y cuyos recuerdos empiezan a desestancarse cuando Evan (Brionne Davis), etnobotánico estadounidense, acude a su ayuda para encontrar la yakruna, una planta sagrada.

Este spin-off de Star Wars –ocurre justo antes de la primera película–, es un relato independiente de acción sobre un valiente grupo de resistencia dentro de la Alianza Rebelde. Esta improvisada banda de luchadores, encabezada por Jyn Erso (Felicity Jones, una complicada y no siempre entrañable heroína), se reúne para dirigir un ataque contra el Imperio, cuyo títere militar más visible es Orson Krennic, interpretado por Ben Mendelsohn.

De las novelas literarias que son llevadas al cine, pocos son los casos en los que la versión cinematográfica no queda a deber. La habitación (Room), basada en la novela de Emma Donoghe y dirigida por Lenny Abrahamson (Frank, 2014), es una de esas excepciones. El dramatismo y la conmoción que distingue el texto de Donoghe –también guionista en el filme- logra trasladarse a la pantalla.

La tensión que provocan las persecuciones zombis en las series de televisión, películas y libros, persiste en la cinta surcoreana Estación zombie. Sin embargo, ese factor no es lo más importante aquí, sino los conflictos morales que podría ocasionar una plaga de muertos vivientes y la necesidad de sobrevivir. Intriga y drama nos mantienen atados al asiento y el gancho que logran es tan fuerte, que uno puede pasar por alto los momentos en que el dramatismo está pasado de tono. El filme fue el gran ganador de uno de los festivales de cine de horror más importantes del mundo: Sitges.

Dir. Sang-ho Yeon. Corea del Sur, 2016. Con Kim Soo-an, Jung Yu-mi y Gong Yoo.

Sebastian Schipper (Mitte Ende August, 2009) factura un ejercicio de suspense en Victoria, una historia destinada a provocar en el espectador vértigo y angustia en crescendo, por medio de una atmósfera histérica que se acentúa en las curvas, ascensos lentos y descensos acelerados gracias a que la cinta fue filmada en un único plano secuencia de 140 minutos, sin trucos ni montaje. Victoria es la joven protagonista interpretada por la actriz española Laia Costa (Tengo ganas de ti, 2012), una chica de 20 años a quien vemos en una noche de baile y violencia en la ciudad de Berlín contemporánea.

La venganza es dulce y más si es lenta. ¿Pero quién querría vengarse de Amy Adams y sus impactantes ojos tristes? El cineasta Tom Ford (A Single Man, 2009) es el encargado de jugar con las emociones de la actriz, por lo que en este film noir le da el rol de una femme fatale. En Animales nocturnos, el segundo largometraje de Ford, Adams deambula entre la maldad y la victimización al interpretar a Susan Morrow, una galerista con tendencias depresivas que pretende ocultar la problemática relación que lleva con su actual pareja.

La nueva película de Hou Hsiao-Hsien, La asesina (The assassin, 2015), es un regalo para los ojos. Es como detener la mirada frente a una bella pintura impresionista. Uno no deja de regodearse ante sus imágenes de colores vibrantes, sus paisajes de naturaleza serena y composiciones sutiles. La historia nos presenta a Yinniang, quien en la China del siglo IX regresa a su pueblo tras años de exilio y riguroso entrenamiento en la artes marciales. 

El cineasta Denis Villenueve (Sicario, 2015) logró dar un giro a las gastadas invasiones extraterrestres con La llegada (Arrival). Sí, claro que hay señales de armas y miedo ante lo desconocido, pero es el lenguaje y la empatía lo que cobra protagonismo en esta cinta. Los juegos de memoria y flahsbacks, la batalla contra el tiempo y las decisiones apresuradas, ensamblan sólidamente gracias a las efímeras escenas emocionales. Lo mejor es que Amy Adams sabe dar el gesto y tono exacto a cada situación para atraparnos y convencernos de su heroísmo.

Dir. Denis Villenueve. Estados Unidos, 2016. Con Amy Adams, Jeremy Renner y Forest Whitaker.

La música llegó a la vida de Conor (Ferdia Walsh-Peelo) en su adolescencia, cuando sus padres están a punto de divorciarse; es por eso que ese arte se convierte en una especie de escape de la realidad. Mientras aprende a tocar la guitarra, arma su banda y dirige videoclips, Conor encuentra el amor e inspiración en Raphina (Lucy Boynton). Uno ayudará al otro –y viceversa– a entender que no son los únicos con problemas, que la rebeldía es necesaria y las huidas pueden ser la mejor solución. El filme es todavía mejor gracias a su ambientación –la Dublín de los ochenta– y selección musical, que incluye temas de The Clash, Motörhead, Duran Duran y The Cure, entre otros.

Dir. John Carney. Irlanda-Reino Unido-Estados Unidos, 2016. Con Ferdia Walsh-Peelo, Aidan Gillen y Lucy Boynton.

Hay algo de clandestinidad en el amor que se tienen Miguel (Diego Calva) y su mejor amigo, Johnny (Eduardo Eliseo Martínez): deben hallar escondites para concluir su idilio y son socios en el tráfico ilegal de sangre. Casi de inmediato, el director Julio Hernández Cordón (Polvo, 2012) nos da ese par de tópicos que pondrán en conflicto la relación de sus protagonistas en Te prometo anarquía, pero también se apoya de otros elementos para mantenernos enganchados a la cinta. 

El director polaco Andrzej Zulawski, quien murió de cáncer en febrero, fue uno de los seres humanos más implacablemente inquisitivos e idiosincráticos que estuvieron detrás de una cámara. Sus filmes fueron feroces, ambiciosos y a menudo ridículos (como el enloquecido drama Posession, de 1981). Cosmos no es diferente, pero es particularmente frustrante y fascinante. 

Luego del drama existencialista de Balada de un hombre común (2013), Ethan Coen y Joel Coen regresan con una comedia ambientada en la década de los cincuenta para hablarnos, a partir de la esencia de la industria cinematográfica de aquel entonces, sobre los vicios de las compañías productoras, de la religión y del capitalismo. Pero, tal como dijera uno de los personajes de ¡Salve, César!, “ojalá fuera tan simple”...

Por los valles completamente verdes de Islandia –que lucen mejor en las tomas invernales–, sus dos gruñones y resentidos protagonistas, el elemento “mágico” que transforma todo y la fotografía que resalta lo mejor del escenario, Carneros podría definirse como un cuento de hadas, pero el director Grímur Hákonarson (Sommerland, 2010) toma todos esos elementos para llevarnos por otro camino. Instalados en aquel lugar muy muy lejano, conocemos a Gummi y Kiddi Bodvarsson (Sigurður Sigurjónsson y Theodór Júlíusson), dos hermanos que no se han hablado en 40 años pese a que viven en el mismo terreno. La comunicación rudimentaria que han sostenido a lo largo de esas décadas con malas caras, chiflidos y un perro mensajero encuentra su mayor reto cuando ambos deben trabajar en equipo para rescatar su más sagrada herencia, su rebaño de ovejas. En su pueblo, donde prácticamente se rinde culto a dichos animales, se propaga una plaga que obliga a los vecinos a sacrificar a sus ovejas, algo que los Bodvarsson no están dispuestos a hacer. Es así que empezamos a ser testigos de sutiles momentos dramáticos que se sostienen por acentos de un humor pesimista, que van en armonía con la paleta de colores de la imagen en la que predominan los tonos grisáceos y verdes. Lo mejor de este filme, ganador del premio Una cierta mirada (Cannes, 2015), es su inesperado y emotivo final.

La necesidad de escaparse y perderse para vivir en la naturaleza es una de las distinciones de los caballos mustangos. La directora turca Deniz Gamze Ergüven llena de esta aspiración por la libertad a las protagonistas de su primer largometraje, Mustang. Y cómo no anhelar ser un animal silvestre si, desde muy temprana edad, se está consciente de que en el entorno en que se vive es un castigo ser mujer. 

Están las prometedoras óperas primas, y aparte está La bruja, el excitante y escalofriante debut en el que el guionista y director Robert Eggers pisotea la cobardía del género que recién tomó por la garganta. Con una reverencial adaptación de una pieza macabra del folklor puritano, La bruja es una de las películas de terror más genuinamente inquietantes de los últimos tiempo, gracias a que Eggers tiene las agallas para ganar el miedo de la audiencia. 

La premisa del segundo largometraje de Kleber Mendonça Filho, el guionista y director brasileño de Neighboiring Sounds, luce como una receta para el sentimentalismo y triunfo demacrado. Cuando Clara (Sonia Braga), una viuda de 65 años y retirada crítica de música, rechaza vender su amado departamento en la playa, en donde vivió sus mejores años, se confronta, no sólo al ataque de una poderosa compañía inmobiliaria, también de sus amigos de antaño e incluso familiares, quienes cuestionan sus decisiones. 

Dos años atrás, Shia LaBeof apareció en la alfombra roja de Ninfomanía (Lars von Trier, 2013) con una bolsa de papel en la cabeza que traía la leyenda “I am not famous anymore”, aludiendo a la supuesta vergüenza que sentía por sus participaciones en Hollywood (Transformers). No era necesario aquél ridículo que protagonizó en la Berlinale, bastaba con aceptar trabajos de otro perfil para reivindicar su carrera, como su rol en Dulzura americana (Andrea Arnold).

Como una bocanada de aire fresco –tras varias carcajadas- llega este filme independiente del estadounidense Sean Baker. Es la víspera de Navidad en un barrio bajo de Los Ángeles y Sin-Dee Rella (Kitana Kiki Rodriguez), una prostituta negra y transgénero, se entera que Chester, su novio y proxeneta, la estuvo engañando con una “perra blanca” de quien sólo se sabe que su nombre empieza con D. 

En guiones anteriores, como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Michel Gondry) y Cómo ser John Malkovich (Spike Jonze), Charlie Kaufman ha reafirmado su autenticidad para crear historias universales y dotadas de intensas metáforas para sacudir a cualquiera. Anomalisa, su segundo trabajo como director, conserva dicho estilo pero lo lleva a otro nivel gracias al presentarla como una animación. 

El renacido, de Alejandro González Iñárritu, tendría el camino libre rumbo a los Oscar de no ser porque En primera plana (Spotlight) está en la contienda. Y es que la película dirigida por Tom McCarthy (The Visitor, 2007) tiene todo para ganarse un lugar en los encabezados de periódicos y revistas –aunque no ha sido suficiente para que aparezca en los headliners de los cines en México, como es su realidad.