Si bien, es un tema muy manoseado, Olimpia le da la vuelta no solo a la historia, también con su estética, ya que utilizó la técnica de pintado cuadro por cuadro, misma que se empleó en Cartas a Van Gogh (2017), lo que disminuyó el costo —ya que hacer una película de época es muy caro— y la dotó de cierta frescura.
A 50 años de los movimientos estudiantiles de 1968 en la CDMX, la Universidad Autónoma de México, la Filmoteca de la UNAM y el director José Manuel Cravioto presentan Olimpia, un thriller que narra la historia de cinco jóvenes, previo a la matanza de estudiantes en la Plaza de las tres culturas, en Tlatelolco.
Olimpia resalta con su estética, ya que fue hecha en rotoscopia —pintada cuadro por cuadro—, dotándola de cierta frescura. A propósito de su estreno en cines el 27 de septiembre, buscamos a su director para que nos contara como fue trabajar esta cinta con la UNAM y como decidió utilizar la rotoscopia.
¿Cómo llegaste a Olimpia? ¿Por qué decidiste abordar el movimiento estudiantil de 1968?
Desde niño, al abrir el libro La noche de Tlaltelolco de Elena Poniatowska, al mirar unas fotos (no sabía leer) me encontré con la imagen de un niño muerto. No pensaba que los niños pudieran morir a esa edad y menos que alguien lo hubiera matado (como en las películas), ese recuerdo fue el primer contacto. Mi papá estudio en la UNAM y le toco estar en alguna reunión del movimiento; le preguntaba cada dos o tres años de que había pasado. Poco a poco trataba de explicármelo, pero era eso, solo un intento de explicación. Muchos años más tarde, ya estudiando cine en el CUEC, mis maestros, muchos de ellos autores de El grito o habiendo sido estudiantes involucrados en el movimiento, nos contaban las historias vividas, como esa de cuando se escondieron en la cajuela del coche, le quitaron la calavera y desde ahí filmaban clandestinamente. El deseo de querer saber más y querer transmitir esas historias, las de los jóvenes que querían un país mejor, fueron el motor.
¿En qué momento del proyecto decidiste que sería pintado cuadro por cuadro? Me podrías contar más sobre el plan de trabajo.
Hacer una película de época es muy caro, aquí, en el gabacho y China. Filmé hace unos años Mexican Gangster, en la que reproduce la época de los ochenta y es caro, complejo y tardado. No quería vivir el proceso largo que vive todo cineasta mexicano de ir a buscar recursos durante años con la incertidumbre y las emociones en la bolsa. Una película no comercial, como está, hubiera sido muy difícil de financiar, así que pensando como podría ser una película con un tratamiento distinto no una “película de época más” fue que llego a mi cabeza la idea de la rotoscopía, al estilo Richard Linklater de Waking Life, una película de animación donde no importa la animación, la depuración de la técnica o la estructura narrativa, sino la historia misma que se quiere contar. El espíritu de la película es lo que importaba, y es lo que quería de la mía, que el espíritu no se viera opacado por movimientos de cámara, actores bien caracterizados o escenarios bien logrados, sino que entraras a un mundo y universo donde lo que te voy a contar es la historia de unos jóvenes en un momento clave de la historia de México, la animación por medio de rotoscopía ofrecía esta posibilidad de abstracción. El plan era meter a mis actores y sets en un entorno robado de imágenes de archivo, podría tener a mis personajes en espacios de la época y grandes sets con miles de personas marchando, integrando mis acciones de ficción sobre los materiales documentales, y así el proceso de se definía, escribir el guión en base a los materiales de archivo disponibles, filmar la película, y ponerse a dibujar encima del material ya integrado.
Foto: Cortesía Icunacury
¿Cuántas personas participaron pintando? ¿Cuántos cuadros pintaron?
Para que la película fuera una experiencia colectiva, como lo fue el movimiento estudiantil y sus manifestaciones artísticas en su momento, se me ocurrió que podría ser un happenning sesentero, donde hubiera una colaboración o movimiento simbólico entre estudiantes de la UNAM, por lo tanto instamos a la FAD (Facultad de artes y diseño) por medio de una convocatoria a que sus estudiantes fueran quienes intervinieran los cuadros. Esto fue digitalmente, por medio de una dinámica, ruta técnica de trabajo-animación que duro ocho meses con unos 120 estudiantes involucrados y unos 60,000 cuadros dibujados aproximadamente.
Olimpia tiene bastantes imágenes de archivo. ¿Cómo fue trabajar con la Filmoteca de la UNAM? ¿Qué facilidades tuviste para grabar en Ciudad Universitaria?
Si, al decidir la técnica de rotoscopia, el material más importante para mi sería aquel que estuviera en movimiento, el cinematográfico y lo que yo quería era robarme la energía de la película El grito, no solo por su contenido y poder visual, sino como un tributo a mis maestros y el movimiento reimaginandolo para las nuevas generaciones, con una ganas de mantenerlo vivo y quizá presentárselo por primera vez a nuevas generaciones. Le pedí a la UNAM, por medio de la filmoteca, que me dejaran utilizar estas imágenes, los invité a ser mis coproductores, les encantó la idea, el guion y concepto general y apoyaron desde el primer momento. Se apropiaron en todos los sentidos de la película y se convirtió en su película, en la primera película de la UNAM acerca del movimiento estudiantil. Se sumaron TV UNAM, CULTURA UNAM, el M68, la FAD, el CUEC y filmar en CU fue un lujo, increíble, una vivencia única, hubo todas las facilidades, pero hay que recalcarlo, se trataba ya de una película de casa hecha por universitarios.
Sobre la historia, ¿En qué te inspiraste? ¿Es una historia real?
Todas son historias reales. Me inspire en las historias que me contó mi papá, anécdotas de La noche de Tlaltelolco, historias de mis maestros del CUEC e investigaciones y testimonios encontradas en libros y periódicos de la época. Un 90% es absolutamente real, comenzando por los materiales documentales, el otro 10% es mi visión amalgamada de las mismas y mi visión como escritor, director y universitario. Sin darme cuenta estuve juntando esas historias durante los últimos 30 años, necesitaba sacarlas de mi cabeza y ponerlas en la pantalla, que es a lo que me dedico.