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[title]Valeria (Natalia Solían) es una mujer joven que está intentando de todas formas quedar embarazada para tener contenta a su familia y esposo. El día que le revelan que espera un bebé algo sobrenatural se aparece en vida que no la deja disfrutar el mejor momento de su vida. Este miedo hace que las relaciones con las personas a su alrededor empiezan a verse afectadas por lo que buscará ayuda de las personas menos esperadas.
Esta es la trama de Huesera, película de horror mexicana que se ha convertido en una de las más aplaudidas alrededor del mundo. En Sitges recibió el premio a la Mejor dirección novel de Norah Ephron y Mejor película y Premio de la crítica.
Actualmente se encuentra en cartelera y por eso platicamos con su directora Michelle Garza Cervera sobre esta propuesta que obtuvo el premio del público en la pasada edición del Festival de Cine de Morelia.
¿Qué opinas sobre la presión que reciben las mujeres sobre tener hijos?
Es algo tan normalizado que todos lo hacemos. Hasta que hice un proyecto como este he caído en el miedo de, ¿Y si no soy mamá? Es algo que tenemos corriendo por la sangre. Es un tema tabú que debe de discutirse cada vez más. Entonces si me daba miedo hacer una película sobre este tema. Más allá de la maternidad a como hacemos familia y el camino que está impuesto y que muchas veces algo tan básico que define nuestras vidas no nos lo cuestionamos y tantas veces tratamos de encajar y de pertenecer que termina haciéndonos sentir muy agobiados.
¿En qué momento decidiste que querías tocar este tema además de la feminidad a la que se le imponen tantas cosas para cumplir como mujer ante la sociedad?
Todos tenemos imposiciones sociales, mujeres y hombres. Se nos imponen muchas cajas. Yo hablé desde mi experiencia personal y preocupaciones que tenía que obviamente resuenan mucho porque la opresión a las mujeres es muy específica y brutal ya que se espera mucho de nosotras. Cuando no cumples con esa expectativa obviamente la frustración se hace presente y hasta se permite violencias extremas y hasta entre nosotras mismas luego somos muy violentas. El catolicismo lo tenemos en las venas. Existe un tema de culpa y sacrificio que es muy difícil de quitarnos y me parecía acertado introducirlo en una película de horror. Todos somos hijos de alguien.
La brujería es un elemento importante en la película y es presentada de una manera muy local, muy de la ciudad, ¿Cómo creaste este elemento?
Yo sabía que el arco de Valeria tenía que enfrentarse a algo de sí misma que ella no quería ver, también pensé que ese momento no tenía que ser solitario porque en mi vida he tenido ciertas figuras que me han acompañado por estos procesos para hacer el camino más fácil. Estas personas que en mi vida ya han estado rotas y que eso les quita un miedo importante y tienen un actitud muy liberada y a veces generan intimidación. Esas son las brujas, estas personas que dan miedo, pero que son las más generosas y que te están esperando del otro lado cuando ya pasas por tus procesos. Era algo muy simbólico que quise bajar con brujas urbanas sin caer en los clichés que las han representado en el cine.
Es una película muy corporal, en momentos siento que estoy viendo una coreografía muy estilizada en medio de una momento terrorífico, ¿Cómo lograste esto?
Poco a poco en la escritura esto fue tomando forma, yo ponía por arriba el arco del personaje y sus necesidades hasta que poco a poco fui descubriendo cómo es que funcionaba la huesera y los elementos esenciales eran el de los cuerpos de mujeres fracturadas mezclado con lo arácnido. Me gusta jugar las cartas del póker en el horror para en un momento específico mostrar al monstruo, aunque se tenían limitaciones presupuestales y eso me llevó a pensar que lo mejor eran cuerpos humanos y eso me llevó a Diego Vega, quien es un gran coreógrafo quien me presentó a increíbles bailarinas. Juntos pusimos la regla de que tenían que ser mujeres descolocadas, fracturadas y con características arácnidas.
Ahora hablemos del diseño de sonido porque es impresionante y hasta un personaje más, es algo que no te deja y cuando se acaba la película sigues escuchando este crujir de huesos, ¿Cómo decidiste prestarle tanta atención a este elemento?
Yo soy una directora que se enfoca mucho en el sonido, desde el guion ya sabía cómo quería que sonaran ciertas escenas. Soy muy obsesiva con esas cuestión sobre todo porque en el horror se esperan ciertos sonidos por el cliché al que nos tienen acostumbrados. Hay mucho que experimentar en este género. Christian Giraud fue mi diseñador sonoro y fue un trabajo muy arduo junto a él los músicos que son amigos míos que vienen de la escena punk y es su primera película. Todo se tenía que construir desde la cotidianidad de Valeria, eso y la vida doméstica puede ser horrorosa y esos mismos sonidos solo distorsionándolos dan miedo, no hay necesidad de traerlos de otro mundo. El elemento central de la película son las fracturas de huesos y me parecieron muy acertados porque son muy cinematográficos porque ese sonido de inmediato genera una reacción en el cuerpo humano.
Hablemos de Natalia Solían, qué gran descubrimiento, ¿Cómo la encontraste?
Yo la conocí en una obra de teatro y es el tipo de actriz que se te queda marcada en la mente. La vi en Medea que protagonizaba Ilse Salas, pero al salir de la obra a quien busqué fue a Natalia porque me pareció muy magnética. Cuando la directora del casting me la presentó yo estaba emocionada y cuando vi su casting para mí fue casi de inmediato saber que ella era Valeria. Ella trabajó desde lo más con un control corporal increíble que con poquito dice mucho. Es una actriz a la que le crees que está viendo un monstruo y que siente una fractura de huesos, lo cual es muy difícil de hacer y ella a la primera toma ya lo obtiene. Ella me parece bastante misteriosa porque no entiendo como lo hace.