En su maravilla en blanco y negro Roma, el director de viajes eróticos como Y tu mamá también (2001) , thrillers distópicos como Niños del hombre (2006) y Harry Potter y el Prisionero de Azkaban (2004) —la mejor en la serie de Harry Potter—, primero, observa sin prisas las partes más pequeñas antes de expandirse, para revelar gradualmente el lienzo social y político de la Ciudad de México de los años setenta.
Llegó el día en el que me convertí en Andy Sachs — Anne Hathaway en El diablo viste a la moda— buscando el último libro de Harry Potter que ni siquiera estaba en imprenta, solo que yo tenía que conseguir una entrevista con Alfonso Cuarón, uno de los dos directores mexicanos más importantes de 2018, junto a Guillermo del Toro, y quien se encuentra en el ojo del huracán por Roma, su nueva película.
Tal vez exagero al decir que mi trabajo dependía de conseguir la entrevista —¿o no?—, pero por suerte, un día me llegó un mensaje: “Entrevista con Cuarón mañana, 10am”. 12 horas después estaba en una silenciosa sala, y mi mayor miedo era no tener el tiempo suficiente para exprimir sus ideas.
Curiosamente, saludé a Alfonso Cuarón que estaba en Roma —literalmente— para contarme sobre Roma —su nueva película—. La duración de la llamada dejó de importarme cuando me saludó; el enlace se escuchaba peor que un sonidero de la Guerrero. Nunca pensé que le diría a Cuarón “No importa que me grites”, para entender lo que decía.
Roma es un retrato de tu infancia y
un homenaje a las mujeres de tu vida. ¿Cómo surgió la idea de llevar esto a la pantalla grande?
Recuerdo muchos fragmentos e imágenes de mi vida de niño. Hace 10 años pensé en rescatarlos, no sabía cómo realizarlo como director, pero sabía que quería hacer algo con ellos. En el trayecto tuve muchos problemas para lograrlo, pero el amor a las personas más cercanas me impulsó.
En Roma, los actores no tuvieron el guion. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
Todos sabían que había un guion pero nadie, ni los actores, ni staff, lo vio. No sabían qué iba a pasar en la película. Les conté la historia en partes, les daba indicaciones contrarias a cada uno y filmábamos. Lo que ven en la película es la reacción de cada uno de los actores, enterándose de lo que pasa. Además grabé con absoluta continuidad cronológica, es decir, en el orden como aparece en la película.
La química entre Yalitza Aparicio —Cleo— y Nancy García —Adela— es perfecta, ¿qué viste en ellas para elegirlas? ¿cómo lograste crear este lazo?
Quería que todos los actores se parecieran lo más posible a los personas de la vida
real y que emocionalmente fueran muy parecidos, entonces comencé su búsqueda por todo México. Visité distintas poblaciones de Oaxaca hasta que encontré a Yalitza. Cuando me di cuenta que ella era per fecta, le pregunté quién era su mejor amiga, ella me habló de Nancy y le dije que si le podía preguntar que si quería hacer un casting y sí quiso. La química que se ve en Roma es una relación de muchos años, porque en la realidad ellas son mejores amigas.
Foto: Cortesía Netflix.
¿Cuál es tu intención de lanzar Roma
en Netflix?
En la historia de Netflix ningún filme ha tenido una subida tan rápida a la plataforma tan cerca de su estreno en cines. Lo que me interesa es enlazar estos dos canales. Claro que la mejor forma de ver Roma es en una pantalla de cine, por la mezcla de sonido y el formato, pero también reconozco que hay una necesidad de democratizar el consumo del cine. Hay lugares donde ir al cine toma muchas horas de viaje, entonces esto es un balance entre las dos cosas. Además, tener una película que no es de género, en blanco y negro, hablada en mixteco y español, con actores que no son conocidos, es un reto para el mercado actual, con estas características es difícil de colocar.
Hay un debate entre el cine tradicional y las nuevas plataformas. Roma se estrenó primero en algunas salas de cine y después lo hará en Netflix. ¿Lo planeaste así desde el principio?
No, esto fue hasta el final, ya que teníamos terminada la película fue que comenzamos a explorar la distribución y platicamos con Netflix. Ellos entendieron la pasión y la creatividad de hacer películas.
¿Tu familia y Libo ya vieron Roma? ¿Qué comentarios te han dado?
Están muy orgullosos y felices del resultado de Roma. Al final, ellos ayudaron mucho en el proceso juntando fotografías, recuperando recuerdos y algunos me prestaron muebles y buscaron objetos de la época para decorar, como las habitaciones de los niños.
Saliendo de ver la película vi a muchos con lágrimas en los ojos. ¿Estás satisfecho con la reacción a la película en México?
La película tiene una reacción muy general, incluso universal, porque la herramienta era la memoria y no estaba cuestionando esos recuerdos.
Trabajé en un nivel subconsciente, por lo que la reacción emocional de la gente ante la película no es necesariamente el aspecto literal de lo que está sucediendo. Están sintiendo su propia experiencia, su propio subconsciente y sus propios recuerdos. La película es una taza y están llenándola con su propia experiencia. Roma es solo el recipiente.
Para un espectador mexicano, hay otro nivel de lectura, en términos de referencias. Hablo de alusiones culturales, pero también históricas y políticas. Y para una generación más vieja es la confrontación de un pasado que ya no existe.
Intentamos filmar en los lugares donde ocurrieron las escenas, excepto un área, ya que está tan transformada que era imposible hacerlo, incluso con efectos visuales. Es el montaje más grande que he construido y si las personas mayores de 40 años lo visitaran, seguro muchas llorarían porque así era. Allí estaba la tienda de tabaco y la cafetería. Era como viajar en el tiempo.