Greta Gerwig ha dirigido solo dos películas que son exclusivamente suyas, pero ya se convertió en una marca. Eso se evidencia dentro de los primeros cinco minutos de Mujercitas, una versión abrumadoramente autocrítica del clásico de Louisa May Alcott. Aquí conocemos a Jo (Saoirse Ronan, de la película debut de Gerwig, Lady Bird) una joven que llega a la oficina de una editorial de Nueva York.
Sonaba la voz de David Bowie, cantando "Modern love" a todo volumen, y Greta Gerwig corría por las calles de Chinatown con una mochila en su espalda. La película se llamaba Frances Ha. Fue el trabajo que la convirtió en una superestrella del cine indie americano.
Después de debutar detrás de las cámaras con una obra maestra sobre la vida de una adolescente con Lady Bird (2017), con la que Saoirse Ronan se ganó la nominación al Oscar a Mejor actriz —este año repite—, ahora dirige una versión de Mujercitas que rebosa inteligencia.
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Se me ocurren, por lo menos, tres adaptaciones de Mujercitas anteriores a la tuya. ¿Buscabas algo concreto que no apareciera en ninguna de esas películas?
Cuando releí el libro, siendo adulta, pensé que había en él muchas cosas que no había visto de niña y que eran muy modernas. Se establecía una relación entre esas mujeres, sus ambiciones, el arte y el dinero que hoy sigue siendo relevante. La película empieza en la vida adulta de Jo March, el momento en el que siente las limitaciones del mundo que la rodea. Desde ahí podía explorar qué había sido de esos sueños tan valientes que sus hermanas y ella tenían de niñas. Ninguna otra versión ha tomado ese punto de vista.
Deduzco que es un libro importante para ti. ¿Desde cuándo te acompaña?
Crecí con él y lo amé. Es el libro que me hizo querer ser artista. Con los años me di cuenta de que muchas otras mujeres, de otras partes del mundo, sintieron la necesidad de desarrollar su creatividad al leerlo, como Patti Smith, Elena Ferrante, J.K. Rowling y Simone de Beauvoir. Quería hacer una película sobre aquello que nos inspiró a todas. Mi visión de Mujercitas no es la del relato cálido y navideño. Yo veo el libro como un retrato de la artista adolescente.
También te gusta comparar Mujercitas con Una habitación propia de Virginia Woolf.
Para mí, Mujercitas habla de las opciones económicas que tenían las mujeres del siglo XIX. La economía es un tema presente en todo el libro, desde la primera frase: “Navidad no sería Navidad sin ningún regalo”. Cuando leí el ensayo de Virginia Woolf vi que lo que cuenta es que para escribir necesitas tener una habitación propia y dinero. Que escribas buena poesía dependerá de tu independencia intelectual y tu independencia intelectual dependerá de si te la puedes permitir. Esa es la gran lucha de Jo March en Mujercitas.
¿Sabes? Veo una relación entre la Jo March de tu versión y la protagonista de Frances Ha. No sé si estarás de acuerdo.
Tienes razón, hay una conexión entre ambos personajes, separados en el tiempo, pero que parece que podrían hablarse. Me fascinan las mujeres que tratan de expresarse a través del arte. Frances quería ser bailarina y coreógrafa. Jo March quiere ser escritora. Me identifico con las dos.
Ya dirigiste a Saoirse Ronan en Lady Bird, que era una historia muy personal, casi autobiográfica. En Mujercitas, Saoirse hace de Jo. ¿Qué ves de ti misma en ella?
Saoirse es la mitad de mi cerebro. La amo. La siento cercana a mí y a la vez es misteriosa. Me produce curiosidad y encuentro en ella una respuesta a mis emociones.
Has respetado el tiempo histórico de la novela. ¿Qué retos y atractivos presentaba rodar una película de época?
A pesar de que ocurra en el siglo XIX, quería que se sintiera como algo vivo e inmediato. Empecé buscando inspiración en cuadros de Winslow Homer y de Thomas Cole, y en las fotografías de Julia Margaret Cameron, que retrató a muchas chicas de la época, todas despeinadas, muy reales. Como vivo en Nueva York, pasé muchas horas en el Met, en la sección de pintura americana donde tienen arte, pero también mesas, sillas y vajillas. Eso me ayudó a pensar en la historia específica de cada objeto de la película, a formularme preguntas sobre cómo habría llegado a la casa de los March.
Rodaste en Concord, Massachusetts, donde vivió Louisa May Alcott...
De hecho, a una milla de la casa donde escribió Mujercitas. Fuimos a ver su tumba, que está en el cementerio de Sleepy Hollow, cerca de las de Hawthorne y Thoreau, otros grandes nombres del movimiento intelectual americano. Le presentamos nuestros respetos, nos arrodillamos y dejamos nuestras plumas en la lápida, como una superstición.