Francisco Ramírez, Jefe del Laboratorio Fotoquímico de la Filmoteca UNAM

La preservación del material audiovisual es posible gracias a una cadena de esfuerzos realizados por personas expertas en distintas áreas. Francisco Ramírez, jefe del laboratorio fotoquímico de la Filmoteca UNAM, reconoce el valor de cada persona que participa en los distintos procesos para la conservación del patrimonio audiovisual. Platicamos con él sobre el papel que él, como parte del equipo encargado de la restauración de las películas, desarrolla dentro de esta cadena.

Del proceso de restauración, ¿qué parte disfrutas más?
Todos los procesos tienen algo muy especial. De las 6 etapas por las que pasa un filme, disfruto revisar un rollo de película y ver la gran calidad con la que cuentan las imágenes,  analizar cada escena para darle la cantidad correcta de luz y, por último, ver el resultado final en la sala de cine, especialmente por el tipo de materiales de Latinoamérica que nos llegan.

De todas las películas en las que has trabajado, ¿cuál es la que te hace sentir orgulloso?
Recuerdo el rescate de materiales de la época de la Revolución. Al hacer esa duplicación entendí la importancia del trabajo que aquí desarrollamos, especialmente porque son materiales a los que no se tendría acceso de otra manera.

¿Hay alguna película que haya sido especialmente difícil de restaurar?
Son complicados los materiales muy antiguos porque sufren daños severos o cambios en sus características físicas. Justo la restauración de la colección de la Revolución fue difícil, el trabajo que pudo realizar una máquina para una proyección final de 10 minutos se extendió hasta cuatro días debido a que se hizo una restauración cuadro por cuadro.  Desde los que dan mantenimiento a las máquinas, hasta los interesados en consultar estos acervos, todos hacen que la memoria colectiva siga existiendo para generaciones presentes y futuras.

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