A sus 52 años, Quentin Tarantino es quizás el director más influyente de Estados Unidos, un rockstar del cine que debutó en 1992 con Perros de reserva. Pese al éxito, aún es el bobo asistente de una tienda de videos, el niño grandulón con un amplio conocimiento en cine y que, gracias a su fuerza de voluntad, cumplió su sueño de hacer películas.
El director nos convoca en un hotel de Beverly Hills. Tarantino, por si no lo sabías, es un parlanchín. Es tan rápido como una ametralladora al hablar de su más reciente película, Los 8 más odiados, un western ambientado en Wyoming tras el fin de la Guerra Civil.
Los 8 más odiados se desarrolla después de la Guerra Civil, pero explora un tema actual: la división racial. ¿Te sorprende la vigencia de tu película?
Si hablas con alguien de un barrio negro te dirá que es un tema que ha sido relevante en los últimos 20 años, aunque para los medios masivos de comunicación es “algo con lo que se debe lidiar ”.
¿Los 8 más odiados es tu filme más político?
Sí, pero no lo sabía cuando empecé a escribirlo. De alguna manera había tratado con el racismo en todas mis películas. Hablar de blancos y negros en un contexto estadunidense y mostrar sus conflictos raciales es con lo que puedo contribuir al género del western. Eso no lo había hecho alguien antes, al menos de una manera significativa.
¿Por qué utilizar el género del western para abordar el racismo en EU? Comenzaste con Django sin cadenas.
El western siempre ha sido muy preciso para retratar la década en que se filma una película. Cuando haces un western es inevitable hablar del contexto americano. Espero que dentro de 10 o 20 años, cuando la gente vea Los 8 más odiados, se dé un idea de las preocupaciones en ese tiempo.
Ya es tu octava película. ¿Sigues con la idea de hacer sólo 10?
Es el plan. De cualquier forma, normalmente me toma tres años hacer una película, entonces aún me queda una década para hacer cine.
¿Qué hay de la televisión?
Quizás haga algo para la tele entre las películas y eso no sería parte de las 10.
¿Sólo nos quedan dos películas más de Tarantino? ¡Apenas tienes 52!
No quiero ser el tipo que hace esto por siempre. Debe haber un fin y tengo que tomar la responsabilidad por eso. Cada vez me arraigo más a esa idea. Muchos directores, sino es que todos, piensan que poseen más tiempo del que en realidad tienen. En cuanto a tiempo me refiero a la vida o la fortuna. Nunca sabes lo que pasará. Por eso creo que cada director se pasea con la idea de que hará otras seis películas.
Entonces, tendrás que escoger tu siguiente filme cuidadosamente.
Ciertamente los criterios para hacer una película se agudizan. No se trata de escribir un filme para pagar tu pensión alimenticia o tu segunda casa. No se filma sólo porque “bla, bla, bla” quiere trabajar contigo y porque sería genial trabajar con “bla, bla, bla”.
Eres conocido por la violencia de tus películas, pero con Los 8 más odiados eso está más silenciado. Más que una película de acción, luce como un pieza de teatro.
Una de las cosas que aprendí al hacer esta película es cómo poner la violencia a un tono adecuado para que fluya con la historia, eso recae en las mentes de los personajes, como su propia espada de Damocles. No sabes cuándo aparecerá la violencia, pero sabes que lo hará. Sólo estás a la expectativa. El truco fue extender esa espera durante toda la película, si eso funciona, deberá mantenerte en suspenso. Hay un gran crecimiento mientras acomodo mis piezas de ajedrez. Estoy jugando y tengo que acomodarlas en el lugar correcto antes de exterminarlas a todas y, para eso, les pido un poco de paciencia. Ojalá que el suspenso lo valga.
Has hecho dos westerns, ésta y Django sin cadenas. Tienes una película de artes marciales, Kill Bill, y una grindhouse, A prueba de muerte. Hiciste un película de la Segunda Guerra Mundial, Bastardos sin gloria. ¿Qué sigue?
Hasta ahora, en mi carrera tiendo a moverme de un género al siguiente. Aprendí cómo hacer una película de artes marciales y después no volví a hacer otra. Aprendí cómo hacer persecuciones de autos y tampoco volví a hacerlo. En el caso de Django sin cadenas, aprendí cómo hacer un western y a tratar con los caballos y los vaqueros, y me percaté de que no había terminado con ellos, así que escribí Los 8 más odiados. Para ser honestos, no sé qué género sigue.
¿Hay un género que mueras por hacer?
Ya no hay ningún género que me provoque los mismos deseos que tenía por hacer una película de la Segunda Guerra Mundial o de artes marciales. Creo que el único que me falta por experimentar podría ser una de gánsteres de los treinta, del tipo John Dillinger. Me interesa hacer algo contemporáneo para tener un personaje que se suba a un auto, encienda la radio y hacer un montaje de conducción. Si tuviera todo el tiempo del mundo, me encantaría hacer un filme que sea muy aterrador, como El exorcista, pero no sé si poner mi negro sentido del humor en este tipo de proyectos.
¿Es muy difícil hacer una película de Quentin Tarantino que no sea graciosa en cierto nivel?
No sé si pueda soltar ese humor y ser capaz de mantener el mismo tono de terror durante toda la película; aunque Los 8 más odiados es lo más cerca que he estado de un filme de terror. Más que cualquier otro western, la película que más me influyó para hacer este filme fue La cosa del otro mundo: trabajé con el mismo compositor, Ennio Morricone, y la estrella de aquel largometraje, Kurt Russell. También influyó enormemente Perros de reserva, por su puesto. Así que podrías decir que todo empieza a convertirse en un círculo completo, y ese cordón umbilical está ahí, conectando mi octava película con la primera.
Claramente adoras hacer películas y hablar de ellas. ¿Hay una parte del trabajo que ames más?
Me da gusto que eso se note. Soy muy afortunado, especialmente porque escribo y dirijo. Realmente amo escribir, filmar y editar la película. De verdad amo lo que hago.